La literatura infantil lleva bastante años intentando buscar un “para qué”, como bien escribía el periodista Adrián Cordellat en este artículo. Pero si por algo se caracteriza nuestro segundo invitado en estas meriendas tan veraniegas, José Fragoso, es por evitar eso y buscar siempre primero que el lector se divierta con cada historia que ilustra y escribe.
José Fragoso irradia felicidad cuando le escuchas hablar, como en la presentación del nuevo sello “La Esfera Azul”. Y eso es lo que cualquier lector puede disfrutar en cada uno de sus libros. No solo se le reconoce por el trazo personal en sus ilustraciones. Es la vitalidad, la inocencia y la diversión que emite en cada obra lo que hace especial las historias de Fragoso. Capaz de hablar de los sentimientos infantiles contando una historia que todos los niños entiendan sin intentar enseñar nada. Simplemente buscando la diversión en la lectura, como en Olivia Diluvio (Fun Readers).
Llevaba mucho tiempo queriendo merendar con José Fragoso y el verano me ha dado esa oportunidad.
¿El verano de tu vida?
El de 1999, que nos fuimos a Los Ángeles Isa (mi novia entonces y mi mujer ahora) y yo, tras todo el año ahorrando. Hemos vuelto a California varias veces, pero aquella fue inolvidable. También nos dimos cuenta de que algún día queríamos vivir en EE.UU., algo que ocurrió años más tarde cuando estuvimos diez años viviendo en NYC y Chicago y tenemos dos hijas americanas.
En Olivia Diluvio la protagonista comienza con una tormenta en su cabeza y acaba con un sol. ¿Es la infancia en sí misma un cambio climático constante?
Toda la vida lo es, pero cuando eres pequeño no sabes manejarlo porque no lo entiendes. La idea de Olivia Diluvio surgió al ver cómo mis hijas pasaban de estar emocionadas por algo, a casi hundirse si ese “algo” no era tan increíble como imaginaban. La inseguridad de enfrentarse a una situación nueva les provocaba miedo y hacía aparecer la tormenta sobre sus cabezas.
El “me aburro” de los niños en verano, ¿qué fenómeno meteorológico sería?
Pues a lo mejor lo identificaría más con el efecto invernadero: es el resultado de haber estado mucho tiempo haciendo lo que no debías. Me refiero a que los niños tienen que aprender a divertirse solos o sin tener todo a favor. El niño nunca se quiere aburrir, así que tiene que saber que él mismo tiene herramientas para entretenerse: jugando, leyendo… Pero esto no nace sabiéndolo, tenemos que enseñarle a hacerlo. Si cada vez que se ha aburrido le has enganchado a una pantalla, le has estado creando un problema reduciendo su creatividad para divertirse. Y el uso de su creatividad le desarrolla intelectualmente.
Al niño le puedes hablar de todo, solamente tienes
que hacerlo de forma que sea capaz de entenderlo.
¿Has sufrido censura en alguno de tus dibujos?
Tampoco lo llamaría censura, pero sí cambios en determinados elementos en el mercado americano respecto al español. Sobre todo en temas relacionados con la “sexualización” de los personajes: que no aparezcan desnudos, que no se sienten despatarrados… Prefiero la forma más natural de tratar estos temas que tienen las editoriales españolas, la verdad.
Con todo el revuelo de la inteligencia artificial, ¿te manchas más que nunca las manos de pintura?
Me las mancho igual (¡mucho!), pero esta nueva tendencia me hace darle más valor a nuestra creatividad: la IA puede crear imágenes que den el pego y hasta que impresionen, pero nosotros los ilustradores somos capaces de hacer que emocionen, y eso es mucho más importante y más difícil.
Tu canción del verano.
En verano siempre me apetece escuchar música más luminosa y mucho power pop. Para mí el verano es conducir junto al mar con las ventanillas bajadas y Rock n Roll Girl de The Beat (1979) a todo volumen.
El libro que llevas en tu maleta este verano.
Tengo varios, aunque como siempre no me dará tiempo a leerlos todos: Brujas, estigma o la fuerza invencible de las mujeres, de Mona Chollet (Ediciones B), un ensayo sobre la influencia del patriarcado desde la caza de brujas hasta la actualidad; el cómic A toda pastilla, de Josephine Mark (Astiberri), un “road-comic” sobre un lobo y un conejo enfermo de cáncer; y Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley, que lo tengo en la lista de pendientes desde hace años.
Cuando ilustras, ¿piensas en el lector infantil o en el niño que llevas dentro?
Si tengo que elegir, diría que en el lector infantil porque es a quien va dirigido el libro, pero lo mejor es no pensar en ninguno de ellos: simplemente cuenta una historia que entretenga. Al niño le puedes hablar de todo, solamente tienes que hacerlo de forma que sea capaz de entenderlo. Y si el libro tiene que llegar más lejos llegará, pero no lo busques expresamente.
Érase una vez…
Un autor e ilustrador con tupé, súper ilusionado con que leáis sus nuevos proyectos.
¿A qué personaje ilustrarías para merendar con nosotros?
A Olivia Wolf y sus amigos: las vampiras Bela y Greta, Mario momia, Sam el niño (o niña) invisible y Fred, el niño mosca. En el número 1 de Olivia Wolf, una merienda olvidada durante seis meses junto a un radiador provoca el ataque de un monstruo de moho, ¡así que nos íbamos a divertir!
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