Hay tres detalles importantes que me gustaría destacar de “Rizos de Oro y los tres osos”, la versión que ha realizado el ilustrador Olivier Douzou del cuento popular.
- La valentía de reinterpretar la historia a través de números y formas.
- La vigencia del tema de lo ajeno y su privacidad. Lo privado, qué lejos queda ya ese concepto.
- La importancia de una historia que se escribió en el siglo XIX.
De “Ricitos de Oro y los tres osos” se han escrito muchas versiones. La primera referencia escrita data de 1837, del escritor inglés Robert Southey. Entonces ya se consideraba un “cuento de hadas” porque, como muchos de esos primeros escritos, recogía una moraleja muy clara: no entres en casas ajenas.
La simplicidad de su historia, la repetición (que no acumulación. En este artículo lo explico) y su oralidad, han conseguido que la historia de Ricitos de Oro siga manteniéndose vigente con el paso de los siglos. E, incluso, no ser rechazada.
Rizos de Oro y los tres osos, un cuento para pensar
En esta ocasión, la editorial Kalandraka, que siempre apuesta por conducir al lector a paisajes desconocidos, donde se haga preguntas, rescata esta historia que el ilustrador francés Olivier Douzou escribió e ilustró en el año 2011.
Una nueva interpretación del cuento clásico donde la protagonista es, simplemente, un círculo dorado. Y donde los tres osos son un tres tumbado y tres puntos. Con esos elementos, el escritor y arquitecto, reinterpreta el cuento consiguiendo avanzar un paso más en el mundo del álbum infantil.
Esto genera un debate, por supuesto. La literatura infantil no está exento de ellos.
Una polémica entre quienes no entenderán un cuento para niños donde haya que detenerse y abrir la mente ante las ilustraciones, y los que valoren la obra de arte que tienen entre las manos pero no lo vean para niños.
¿La solución? Fácil. Dejemos de mirar la literatura infantil desde el adultocentrismo, esa palabra tan de moda ahora. Porque cuánto nos gusta tener el control sobre todo.
Abrazar la paciencia
“Rizos de Oro y los tres osos” es un álbum infantil que invita a desperezar nuestra atrofiada mente. A no buscar lo inmediato. A ser pacientes. A hacernos preguntas sin esperar respuestas, porque la vida también va de eso, de entender que no todo tiene respuestas.
A mirar el paisaje que se nos muestra cuando abrimos el libro y entender que existe la diferencia y que no es mala. Al contrario. Abrazar lo diferente nos hace entender el mundo donde vivimos.
No hay ninguna duda que lo importante de este álbum ilustrado es la ilustración, valga la redundancia. La historia de Ricitos se ha contado por muchos escritores. En casa nos encantan las versiones de Xosé Ballesteros en “Tres osos”, también de Kalandraka, o la brillante y divertida reescritura de la historia en “Agente Ricitos”, de El Hematocrítico.
Olivier imagino que decidió adentrarse en este cuento de hadas probando su capacidad artística. Jugando con las formas, como tanto le gusta a él. Tiene publicados más de cincuenta libros, pero aquí en España el más conocido es “Lobo”, donde un lobo va apareciendo a través de formas geométricas para terminar con un final inesperado.
Sea como fuere, el autor ha conseguido una versión distinta, arriesgada, única y diferente de una historia atemporal. De un cuento, que digan lo que digan los adultos, jamás podremos ver igual que la mirada lúdica e infantil de un pequeño lector.