Esta semana invitamos a merendar a Cristina Gómez-Baggethun, escritora y traductora madrileña, que vive en Oslo desde el año 2017. Gracias a ella podemos leer en España la obra de la escritora noruega María Parr.
Cristina se enamoró tanto de cómo escribía y transmitía su amor hacia la infancia María, que convenció a Diego Moreno, editor en Nórdica Libros, para publicar “Tania Val de Lumbre” y fue, con esa novela, que va por su cuarto edición, con la que Nórdica comenzó su sello infantil en el año 2016.
Ahora se publica la tercera obra de María Parr, “Lena, Theo y el mar”, segunda parte de «Corazones de gofre», ambas traducidas también por Cristina.
Con ella hablamos de la labor tan desconocida del traductor, de su pasión por la escritura noruega (su madre es noruega), de Lena, esa chica “arrojada, descarada y un poquitito bruta” que ha enamorado a tantos lectores españoles, jóvenes y adultos, y de las meriendas que ella tanto envidiaba.
¿Cómo llegan las historias de Maria Parr a ti?
Conocí la obra de Maria Parr a través de una compañera y gran amiga mía, la traductora de Parr al ruso. De hecho, los traductores otras lenguas son una de mis mejores fuentes a la hora de mantenerme informada sobre las novedades editoriales. Evidentemente también leo reseñas y estoy en contacto con las editoriales noruegas, pero siempre escucho con especial atención las valoraciones de mis compañeros los traductores.
¿Qué es lo que te atrapó de Lena y Theo?
En parte creo que estos niños me fascinan porque me sorprenden, porque muchas veces tienes reacciones y comportamientos que no me espero. De su amistad me gusta también que son muy distintos, y que lo son de una manera poco estereotipada. Lena es arrojada, descarada y un poquitito bruta, además de una entusiasta del fútbol, mientras que Theo es más bien tímido, sensible y considerado. ¡Y el fútbol no le gusta nada!
¿Cómo fue el proceso para conseguir publicar las novelas de Maria Parr en España?
Desde que leí por primera vez las novelas de Maria Parr en una playa de Cádiz, me pareció imprescindible que se publicaran en castellano. Por aquella época yo traducía principalmente literatura para adultos, pero tenía muchas ganas de dedicarle más tiempo a la literatura infantil porque me parece una literatura crucial, la que sienta las bases para el placer de la literatura el resto de la vida. Lo curioso es que a pesar de todo mi entusiasmo por Parr no conseguí convencer a ninguna de las editoriales de literatura infantil con las que contacté para que publicara los libros. Finalmente decidí acudir a Diego Moreno, el editor de Nórdica Libros. No para que lo publicara, puesto que Nórdica no tenía por aquella época colección infantil, sino más bien para que me ayudara a encontrar una editorial que sí quisiera hacerlo. Lo curioso es que Diego enseguida se dejó llevar por mi entusiasmo y sencillamente decidió inaugurar una sección de literatura infantil en la editorial. Y allí se está publicando toda la obra de Parr.
«Tania Val de Lumbre» inauguró la sección
de literatura infantil de Nórdica Libros»
¿Cuál es el trabajo de un traductor? Entiendo que traducir los textos que le encargan pero, en este caso, con las historias de Maria Parr, tu trabajo también ha sido buscar una editorial española que quisiera publicarla. ¿Ese es también trabajo, muchas veces, de los traductores?
Con frecuencia, y sobre todo durante los primeros años, yo traducía principalmente lo que me encargaban las editoriales. Sin embargo, al trabajar con una lengua tan minoritaria como el noruego, somos pocas las personas que podemos leer las obras en el idioma original. Por eso muchas veces acabamos también haciendo de lectores y de consejeros para las editoriales. Desde hace ya muchos años, gran parte de los libros que traduzco son proyectos que surgen de una propuesta mía a alguna editorial. Esta manera de trabajar tiene varias ventajas. La primera es obviamente que siempre trabajas con libros que te gustan, pero al mismo tiempo creo que ese entusiasmo revierte positivamente en la calidad de las traducciones.
“Tania Val de Lumbre” fue la primera obra de Maria Parr publicada por Nórdica. ¿Qué querías que el lector juvenil encontrase o disfrutase de la historia de Tania?
La historia de Tania me parece fascinante porque es la historia de una niña muy libre y asalvajada que crece en un pequeño valle perdido en el que no viven más niños que ella. Por eso su mejor amigo es su vecino, que es un señor muy mayor. Me parecía que la historia de cómo esa niña se crece ante las dificultades a las que se enfrenta su amigo septuagenario tendrían que gustarle tanto a los niños y lo adultos españoles como a los de cualquier otro país. Y me encanta esa amistad transgeneracional.
¿Has podido hablar con Maria Parr o conocerla en persona? ¿Pensaste, alguna vez, que sus novelas llegarían hasta los jóvenes lectores españoles?
He coincidido pocas veces con Maria Parr. Parr escribió sus dos primeras novelas bastante joven y luego estuvo casi una década sin escribir, bastante retirada del ruedo público, hasta que ha regresado con «Lena, Theo y el mar», que por eso ha generado tanta expectación. Creo que Parr es una de esas autoras que escribe solo cuando tiene algo importante que escribir.
La verdad es que no suelo pensar en si un libro le puede llegar o no a los lectores españoles. Creo que me muevo de un modo más instintivo. Mi manera de razonar es más bien que si un libro me entusiasma, creo que también puede entusiasmar en España y, sobre todo, me entran muchísimas muchas ganas de traducirlo.
«Me muevo de un modo más instintivo.
Si un libro me entusiasma,
creo que también puede entusiasmar en España».
Has traducido muchas obras literarias noruegas. Tu madre es de Noruega. ¿Cómo es la literatura infantil y juvenil noruega?
Creo que una particularidad de la literatura infantil y juvenil noruega es que se toma muy en serio a los niños. En particular Maria Parr, siguiendo una tradición nórdica que la entronca con autoras como Astrid Lindgren y Tove Jansson, escribe libros que no dan lecciones a los niños. Ni intentan educarlos ni les dan charlas morales. Creo que estas autoras no escriben mirando a los niños desde las alturas del adulto, sino que intentan colocarse a su misma altura y les hablan con respeto y mirándoles a los ojos, como quien dice.
En general, ¿qué tiene la literatura noruega que nos atrae tanto a los lectores españoles?
La verdad es que esa es una pregunta que me resulta muy difícil de contestar. Supongo que en parte Noruega despierta interés por ser un país muy diferente a España, y me imagino que mucha gente puede sentirse fascinada por aquello que le resulta exótico y diferente, algo que le hace descubrir otros mundos. Pero yo en el fondo creo que la literatura gusta cuando es buena, y que por alguna razón hay una sorprendente cantidad de literatura noruega de calidad.
¿Qué es lo que más te gusta del proceso de traducir?
Me gusta mucho el proceso de escritura en sí. Siento una gran satisfacción cuando tengo la sensación de que realmente estoy consiguiendo recrear en castellano algo del estilo y del tono del original. Esta satisfacción viene a ser equivalente a la frustración que siento cuando no lo consigo. El proceso de traducción, como el de escritura, tiene algo de carrusel.
Esta es una pregunta que siempre hago a los autores que entrevisto en el blog. ¿Una merienda que recuerdes de tu infancia?
Fíjate que la merienda era una comida que en mi infancia le envidiaba yo a lo demás. Como soy de madre noruega, en mi casa teníamos unos horarios de comidas un poco raros, más parecidos a los del norte de Europa. En general comíamos tan tarde que cuando todo el mundo se ponía a merendar, nosotros acabábamos de terminar de comer y no daba tiempo a volver a tomar nada antes de la cena. Recuerdo que me llamaban especialmente la atención los bocadillos de mantequilla con azúcar, que era una cosa que en mi casa no se comía nunca, pero que se estilaba bastante en mi infancia en los años setenta y ochenta. Cuando conseguía que alguien me invitara a uno de esos bocadillos me ponía contentísima.
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