El Coronavirus ha abierto muchas grietas en el sistema educativo y, entre ellas, la de la lectura entre los estudiantes. Amparados en las clases no presenciales, muchos han optado por no leer las lecturas obligatorias del tercer trimestre. Un problema que agrava, entre otros, el de la compresión lectora.
Según un estudio publicado en 2018 y que elabora la Asociación Internacional para la Evaluación del Rendimiento Educativo (IEA) cada cinco años, la comprensión lectora de los alumnos españoles se encuentra por debajo de la media de la Unión Europea.
Para atajar ese fallo, muchos profesores practican la lectura compartida en el aula durante el curso escolar. Lectura en el aula, durante quince, veinte minutos o una hora y en voz alta, donde se resuelven dudas sobre vocabulario, contenido o expresiones. Es una forma de trabajar los libros obligatorios que los alumnos leen a lo largo de los tres trimestres y asegurar que todos comprenden esas lecturas.
Pero en casa, todo es más difícil.
Biblioteca personal
Nerea Marco es profesora de 4º de la ESO y de Bachillerato en el IES La Azucarera, en Zaragoza y redactora en la revista de literatura infantil y juvenil El Templo. Ella practica la lectura compartida en clase, algo que no ha podido hacer desde casa y, por eso, asegura que “los alumnos que leerían las obras porque las leíamos juntos y no por placer o curiosidad, en casa no han leído nada y no han entregado las tareas”.
Para los alumnos que no son lectores frecuentes, estar en el aula y escuchar las lecturas les hace continuar una dinámica lectora. Perderla es otro de los males que esta pandemia va a causar en muchos estudiantes. Nerea ha mandado trabajos creativos para este tercer trimestre, como grabar la exposición oral de una novela española del siglo XX, pero ha surgido otro problema: en muchas casas no hay una biblioteca personal adecuada.
“Hay muchos alumnos que no tenían tantos libros en casa, que usaban mucho la biblioteca o intercambiaban libros con amigos y que, en las semanas de confinamiento, no tenían nada que poder leer en casa”, apunta Nerea. Un problema que también ha notado el profesor y escritor Isaac Palmiola, autor de la saga “Perrock Holmes”, que afirma que la mayoría de sus alumnos “no disponen de una biblioteca personal ni tienen hábitos lectores.”
«Durante el confinamiento,
hay alumnos que no tenían nada
que leer en casa», Nerea Marco.
Fiction Express
Isaac trabaja en el IES La Guineueta, en Nou Barris, en Barcelona, un instituto considerado de alta complejidad “donde la lectura no se encuentra entre las aficiones de la mayoría de los alumnos”, afirma. Él también trabaja en clase la lectura colectiva intentando que los alumnos “relacionen los libros con el placer”, pero durante el confinamiento ha sido imposible llevar a cabo estas lecturas. “La pandemia no ha sido buena. Para nada.”
Pero no todo está perdido.
Isaac es uno de los escritores que trabajan en la plataforma Fiction Express creado por Boolino. Un lugar de encuentro entre alumnos y escritores que ha conseguido que muchos estudiantes que no leían, se hayan aficionado a la lectura a través de las novelas “por entregas” que se publican en la plataforma.
Lectura digital
Patricia García-Rojo, autora de la novela infantil “El secreto de Olga”, ganadora del último Premio Ciudad de Málaga de 2019 (podéis leer su entrevista aquí) y profesora en un instituto en Mijas, Málaga, escribió “Satisfacción” en Fiction Express. “En cuanto ocurrió la pandemia, inscribí a todos mis alumnos en la plataforma para que pudiesen leer y muchos se están sorprendiendo con los libros.”
Fiction Express nació en el año 2017 en inglés y solo para Reino Unido. Un año después, sus fundadores, Cristina Puig y Sven Huber, dos expertos en el mundo editorial, abrieron la versión inglesa a clientes españoles y latinoamericanos. La plataforma nació “con la idea de reinventar la lectura para que nada cambie y los jóvenes sigan leyendo tanto o más que antes”, explica Cristina.
Hablar con el autor
Es un proyecto dirigido al sector educativo, donde se publican novelas con tres niveles de dificultad para niños y adolescentes de 10 a 16 años. Su uso es muy sencillo: “se trata de una lectura viva, co-creativa se podría decir, en la que el lector participa de la creación del libro activamente mientras se está escribiendo. Cada dos meses Ficticon Express lanza tres libros diferentes escritos por autores de renombre, pero no se publican de golpe, sino capítulo a capítulo semanalmente y durante cinco semanas.”
Al final de cada capítulo, el autor propone tres opciones que los alumnos deben votar para decidir “hacia dónde quieren que vaya el argumento.” Se establece un tiempo para votar y la historia seguirá en base a esos votos. “Los lectores, además, establecen un diálogo creativo con el autor a través de un foro abierto en el que aportan ideas, reflexiones y opiniones que terminan siendo integradas en el libro”, asegura Cristina.
Aumento de lectores
La pandemia ha conseguido que muchos alumnos que no leían y que están inscritos a través de la escuela, se interesen por la lectura de autores como Francesc Miralles, Iria G. Parente y Selene M. Pascual, Clara Cortés, Maite Carranza, o Patricia García-Rojo e Isaac Palmiola.
Antes del confinamiento, explica Cristina, contaban con 400 escuelas inscritas en unos 20 países de Europa, América y Asia.
Tras el Coronavirus, “Fiction Express
ha conseguido trabajar
en más de 1.000 escuelas
y 55 países diferentes”,
Cristina Puig, fundadora de Fiction Express.
Gracias a Fiction Express, Patricia ha podido controlar cuánto han leído sus alumnos y corregir un cuestionario que hay tras cada lectura. Una solución digital a un problema real que la educación tiene que plantearse solucionar.
Aprendizaje forzado
Ana Badía es profesora en el IES La Azucarera y, además, pertenece al equipo responsable de la biblioteca escolar. Ana practica la lectura compartida en clase y siempre intenta proponer trabajos creativos en equipo. Esta maestra asegura que, si los alumnos son lectores, “habrán leído por propia voluntad; si no lo son, tampoco la habrán echado de menos. Ahora bien, me consta que sí que han tenido la necesidad de escribir.”
Por su parte, Elena Cólera, compañera de Nerea y Ana en el IES La Azucarera y profesora de 1º y 2º de ESO, también trabaja la lectura compartida en el aula. Durante el confinamiento, la lectura la ha llevado “como buenamente hemos podido”. Ella ha tenido suerte y ha podido contactar con la gran mayoría de sus alumnos. Ha intentado leer algún fragmento durante las videoconferencias, pero las conexiones no siempre eran buenas. Elena asegura que le ha costado trabajar ese aspecto, pero afirma que “es un aprendizaje para todos de cara a similares situaciones futuras.”
Todavía no se sabe cómo empezará el curso que viene y septiembre no está tan lejos. La lectura es solo la punta del iceberg de un problema real que las instituciones tienen que resolver. Como explican en este programa de Madresfera en el Espacio Telefónica, la educación es un tema del que no se está hablando en profundidad durante la pandemia, pero que el Covid-19 ha demostrado que requiere un profundo estudio.
Gracias por la colaboración gráfica a Lucía y Natalia.