Nuestro invitado esta semana es el escritor y corrector David Aceituno. Hoy publica dos historias cargadas de superación: “El escritorio de Emily Dickinson” y “El barco de Ernest Shackleton”. Dos cuentos para niños a partir de tres años editados por Astronave e ilustrados por Esther Gili, con quien ya trabajó en “Encantadas” y el ilustrador valenciano Jotaká.
Una nueva colección de biografías pensada para los más pequeños. Con personajes históricos no tan conocidos y contadas a través de los objetos que les acompañaron a vivir sus mayores aventuras.
Entrevisto a David a través de email y hablamos del proceso de creación de los dos libros. La documentación, la investigación y el cribado de información que tuvieron que descartar hasta llegar a conseguir los datos esenciales para crear estos dos primeros álbumes ilustrados de la colección.
Y también repasamos la actualidad literaria tras la pandemia. En estos artículos os hablé del futuro de las librerías y las editoriales tras el Covid-19, un tema que también tratamos con David mientras merendamos pan, aceite y sal.
¿Cómo surge este proyecto de contar historias de personajes históricos a través de sus objetos?
La idea viene del editor de Astronave, Gerard Espelt. Me explicó el proyecto de la colección y el enfoque me pareció curioso. Era algo que se distanciaba del patrón de biografías para peques que ya hay publicadas. La intención es que los lectores se familiaricen con el personaje a partir de una historia (y además protagonizada por un objeto), y no de una biografía al uso… y eso implica alguna que otra licencia. La precisión la buscarán más tarde, si quieren.
¿Por qué comenzáis con la poetisa Emily Dickinson y el explorador Ernest Shackleton?
Al principio, había propuestas pero ninguna en firme. Salieron otros nombres de escritoras del siglo XIX, pero el de Emily Dickinson era el menos evidente y por eso nos atrajo: su poesía es arriesgada, hipnótica, se mueve entre la mística del paisaje cotidiano y una mirada sin temor a sus emociones. Además daba mucho juego asociar su pasión por la poesía a uno de los objetos que marcaron su reclusión: el escritorio, que sigue allí, en la casa de Amherst.
Para arrancar la colección, y como contrapunto, se pensó en otro tipo de aventuras. De las expediciones polares que conocíamos, la que más nos gustó fue la de Shackleton a bordo del Endurance. Conocía la historia por el documental Atrapados en el hielo y por el libro de Caroline Alexander. Creo que es una buena elección por muchos motivos: el deseo de atravesar a pie el continente Antártico, la capacidad de sobreponerse a cada contratiempo, el hecho de que todos sobrevivieran después de casi dos años en condiciones extremas…
Aunque parezcan dos historias muy distintas tienen muchos puntos en común: la valentía, la perseverancia… ¡y que los dos objetos son de madera!
“Lo más complicado de la
historia de Emily Dickinson
ha sido no perder de vista
que era una colección para niños”
¿Es la literatura la mejor manera de presentar personajes importantes a los más pequeños?
No sé si la mejor, pero diría que una de las más eficaces. La precisión histórica y el exceso de datos aburre a los pequeños tanto como a la mayoría de adultos.
En “El escritorio de Emily Dickinson” David y Esther han conseguido describir y mostrar la solitaria personalidad de la poetisa a través de las frases y del marcado trazo de los gestos en las ilustraciones: “Emily no saldrá de su dormitorio hasta que cumpla su misión” o “Escribe cuando las casas duermen”, son ejemplos de la constancia y tenacidad que acompañaron siempre a la escritora.
Eres el autor de “Kurt Cobain. Una biografía”, donde hay una labor de investigación sobre el cantante. ¿Tienes predilección por escribir y documentarte sobre personajes relevantes? ¿Es un reto?
Documentarme es lo que más disfruto en cada proyecto. Busco bibliografía, tomo notas, contrasto puntos de vista, hasta que encuentro el enfoque. Y me equivoco muchas veces. En el caso de Kurt Cobain, fueron sus diarios y el libro de Charles R. Cross y los documentales que pude conseguir los que me dieron ideas que encajaran en una novela gráfica. Fue emocionante volver a escuchar la discografía de Nirvana después de tantos años.
Es difícil escribir sobre alguien que te gusta mucho, y eso es lo que me ha pasado con Emily Dickinson. Me ha costado encontrar el tono, decidir qué decir y qué no, que licencias tomarse y en qué clichés caer, elegir solo dos de sus versos… Ha habido más de una versión del texto. Lo más complicado ha sido no perder de vista que era una colección para niños… Por suerte, Gerard estaba ahí y me lo ha recordado.
¿Cuándo decides que quieres convertirte en escritor?
En mi caso no lo recuerdo como una decisión. De pronto lees, imitas, luego escribes y quieres imitar mejor que ayer. Y ahí sigo, a mi edad. Publiqué mi primer libro en 2010. Era un poemario y se titulaba “Sylvia & Ted”. Poco después, la editora Magela Ronda me propuso escribir un álbum infantil, “Besos que fueron y no fueron”, ilustrado por Roger Olmos. Fue Magela quien nos juntó a Esther y a mí para el proyecto de “Encantadas”.
¿Cómo ha sido volver a trabajar con la ilustradora Esther Gili tras “Encantadas”?
“Encantadas” es uno de los libros que más alegrías me ha dado. Tengo un gran recuerdo de cómo fue el proceso de escritura, de cómo Esther le iba dando forma y que al final todo funcionara. Volver a trabajar con ella ha sido un privilegio: es lista, luminosa y entusiasta. Además, siempre tiene entre manos buenos proyectos, así que muy feliz. Cuando veo en algún story lo que hace cuando dibuja, me quedo mudo. Lo mejor era imaginar cómo daría forma al herbario de Dickinson, a su habitación, a los muebles y a los vestidos…
Lo de Jotaká ha sido también una suerte. Gerard me enseñó imágenes de su libro “Bajo el hielo” y me pareció buenísimo, la acuarela de Jotaká es ideal para volver amable una aventura que a veces es asfixiante y claustrofóbica. Al igual que Esther, es entusiasta, y me se metió de lleno en la historia del Endurance.
En “El barco de Ernest Shackleton” los lectores viajarán con el equipo de expedición del “Endurance”. Una historia en la que David refleja el espíritu de aventura de la tripulación y la capacidad de supervivencia. Un álbum que, quizás, es para lectores mayores de tres años por la extensión del texto, pero en el que Jotaká, el ilustrador, ha sabido elegir los colores para describir visualmente la aventura y mantener enganchado al pequeño lector.
Abril es uno de los mejores meses para la literatura, pero la pandemia ha hecho parar la producción. Algunas editoriales han publicado que van a parar y reflexionar sobre el constante movimiento de novedades en las librerías. Como escritor, ¿cree que es el momento de reflexionar sobre la efímera vida de los libros en las librerías?
Este abril ha sido tirando a cruel en muchos sentidos. El anuncio de Errata Naturae es moralmente el que primero se aplaude. Han verbalizado un malestar que ya estaba en el aire y han actuado con coherencia. El problema es que gran parte de las editoriales no puede parar el exceso de novedades: el movimiento es lo único que las sostiene, y entre una opción moral y una económica, siempre gana la misma. Si no para detener la producción, ojalá sirva para pensar que algo hacemos mal.
“Las editoriales no pueden parar
el exceso de novedades,
es lo único que las sostiene”
No podrá haber presentaciones de libros en persona ni firmas de ejemplares. ¿Cómo será la promoción de los libros hasta que recuperemos la “normalidad”?
Aunque no haya presentaciones por el momento, siempre hay buenas alternativas. Astronave y los ilustradores han preparado ejemplares firmados para distribuir por librerías de barrio. Además tanto Esther como Jotaká promocionan con mucha gracia en las redes sociales. Y seguro que tienen más cosas preparadas.
Emily Dickinson escribió numerosas cartas en su escritorio. Aunque, según cuenta, no salía de casa, sí que necesitaba mantener una relación con otras personas. Tras dos meses confinados en nuestros hogares, sin poder ver a nadie, ¿cree que el ser humano habrá aprendido algo que nos haga avanzar o todo seguirá igual?
Soy bastante escéptico: no sé qué calado han tenido estos días tan extraños en nuestra actitud. Ha habido miedo, tristeza, indignación, pero también grandes momentos de intensidad casera. Creo que en los momentos difíciles se ha generado una ilusión de cambio. Es una pena que los buenos propósitos se olviden pronto.
Y, para finalizar, nuestra última pregunta, ¿una merienda que recuerde de su infancia?
Pan, aceite y sal. Suena a lo que es: de otro siglo. Eso, y bollería industrial antes de que la llamaran así.
Os animo a conocer las historias de Emily Dickinson y Ernest Shackelton en esta edición tan cuidada de Astronave. Y si queréis seguir a David y conocer más todo su trabajo, podéis hacerlo a través de su cuenta de Instagram o de Linkedin.
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