Patricia García-Rojo: «Ha habido algún momento en la formación de los chavales que odian leer en que se han hecho las cosas muy mal»

Esta semana invitamos a merendar a la escritora Patricia García-Rojo. Ella fue la ganadora del último Premio Ciudad de Málaga con la novela de literatura juvenil “El secreto de Olga”, pero también es profesora y bibliotecaria en un instituto de Mijas y fundadora de un club de literatura infantil y juvenil en la librería Teseo, en Fuengirola (Málaga).

Patricia lleva unida a la literatura desde el día en que un profesor de su instituto llamó a sus padres y les dijo que ella no podía hacer el Bachillerato de Artes porque iba a ser escritora: “Yo quería ser pintora. A partir de ese momento empecé a preguntármelo de verdad y decidí que quería ser escritora. Así que volví a mi antiguo instituto, terminé el bachillerato de letras y me matriculé en Filología Hispánica, porque como no había ninguna carrera, y a día de hoy tampoco, para escritores, pues pensé en esa y así conocía mejor mi herramienta para escribir. Y ahí empezó mi andadura.”

La literatura como regalo

Quedo con Patricia a principios del mes de febrero, en una cafetería de Madrid. Llanos Campos, la autora de “La Reina Negra” y “El tesoro de Barracuda”, en su entrevista, nos recomendó leer a Patricia. Gracias a ella he descubierto a una mujer que ama la literatura, la poesía, la novela clásica o el realismo ruso que aprovecha a leer en las largas tardes de verano.

Finalmente, se decantó por escribir literatura infantil y juvenil por un público muy concreto: su prima Marina. “Mi prima cumplía doce años y quería regalarle una novela escrita por mí porque ella odiaba leer. Entonces pensé: “no ha leído ninguno de los libros que le he regalado, quizás si escribo un libro, se lo lea y se enamore de la lectura”. De hecho, pensé que fuera una trilogía, para que si le gustaba el primero no tuviera más remedio que leerse los otros libros. Y así empecé.”

Esa primera novela se tituló “La Fábrica Créator” y pertenece a la tetralogía “Los Portales de Éldonon” con la que Patricia ganó el Premio Andalucía Joven de Narrativa en el año 2007. Desde entonces no ha parado de escribir novelas como “Yo soy Alexander Cuervo” o “Lobo. El camino de la venganza” y poesía como “Cumpleaños número 15”.

Novelas de Patricia García-Rojo. Foto de su Instagram cedida por la autora.

El proceso de escribir

Patricia se define como “una escritora de mapa”. Planifica muchísimo antes de sentarse a escribir y necesita tiempo para llevarlo todo a cabo. “Yo no sé escribir mil palabras al día o quinientas. Me parece una tortura terrorífica. A mí me gusta hacer una inmersión absoluta en la obra y para eso necesito escribir desde que me levanto hasta que me acuesto. Entonces escribo en periodos vacacionales para poderme encerrar.”

“El secreto de Olga”, su última novela, una fantástica historia editada por Anaya que combina medio ambiente y aventura, era una idea que Patricia tenía en su cabeza desde hacía diez años y que escribió en una sola tarde. “Me imaginé a una chica escapándose por la ventana de su cuarto para ir al último bosque que existía y encontrarse con el espíritu del bosque. Y durante diez años tuve esa idea apuntada, pero no encontraba el tono, la voz, el ritmo… sabía lo que quería contar, pero no sabía cómo hacerlo.”

Una tarde del año pasado, después de haber decidido que, tras seis años presentándose al Premio Ciudad de Málaga, éste no lo haría, algo hizo “clic” en su cabeza justo antes del último día para presentarse al concurso y se puso a escribir. Estuvo hasta la madrugada tecleando y en una sola tarde consiguió terminar “El secreto de Olga”.

Conocer a los jóvenes

Patricia es profesora de literatura y bibliotecaria en un instituto y trata con adolescentes todos los días en su trabajo. Sabe de primera mano cómo son los lectores. Afirma que hay de todo, desde “el alumno hiperlector” que saca dos libros de la biblioteca, se los lee y los comenta, hasta el que no sabe que hay biblioteca. Cree que los jóvenes leen más que nunca, pero que al alumno que no lee es complicado engancharle: “son lectores que odian leer. Es muy duro porque ha habido algún momento de la formación de estos chavales en los que se ha tenido que hacer las cosas muy mal para que la relación que tengan con la lectura sea tan frustrante, tan dura.”

Me cuenta que ella trabaja en clase “la lectura compartida”. Primero tienen quince minutos en los que los alumnos leen ellos solos un libro que elijan y, luego, dedican la clase a leer un libro todos juntos. En una de esas lecturas, concretamente mientras disfrutaban de “Tuvo la culpa Fanfalone”, de Alfredo Gómez Cerdá, uno de sus alumnos le confesó que a él no le gustaba leer, pero que ese libro sí: “no es que no le guste leer, es que es la primera vez que tiene una experiencia positiva alrededor de la lectura. Leer es muy bonito y muy apasionante si tienes experiencias positivas. Si la lectura es escalar una montaña, inaccesible, llena de oscuridades y de una soledad que no me gusta, es muy difícil. Por eso creo que se ha hecho mal en algún momento.”

Clases durante el confinamiento

Para actualizar la entrevista y después de llevar más de un mes de confinamiento, le pregunto a Patricia vía email cómo está siendo la experiencia de ser profesora desde casa y asegura que muy duro. “A las clases online solo se conectan entre el 20 y el 40% de la clase, la mayoría ni aparecen.” Además, el nivel de trabajo se ha multiplicado. “En clase, cuando mandas un ejercicio, se corrige en voz alta y los alumnos aplican esa corrección. De pronto, me veo corrigiendo individualmente al día actividades de todos mis cursos. Entre corregir y planifica tareas, paso el día delante del ordenador. Incluidos fines de semana.”

Todo es más complicado. Ya no pueden hacer “lectura compartida”, algo con lo que disfrutan sus alumnos y ella, pero no han dejado de leer. “Ahora trabajamos la escucha activa a través de las historias que grabo. La última, por ejemplo, un cuento de “El precio de un ángel de cobre”, de Marta Cerviño. Así nos mantenemos conectados a través de la literatura.”

Dar ejemplo

En el instituto de Patricia, cumpliendo con la exigencia de la ley que dice que los alumnos tienen que leer una obra completa, ellos les ofrecen cada trimestre cinco obras de diferentes tipos (clásica, narrativa juvenil contemporánea, narrativa juvenil clásica, adulto…): “consideramos que tienen que poder elegir y que hay diferentes niveles madurativos como lector.” Además, como afirma Patricia, “hay que partir de la realidad de un alumnado que ya no lee, que su relación con la lectura es diferente a la de antaño, porque ahora la lectura compite con muchos otros elementos.”

Pero, ¿cómo se soluciona esa base que falta en el lector? ¿Son las políticas adecuadas? Patricia opina que las políticas no hay que hacerlas con los niños, si no enfocadas a los padres.

«Tengo alumnos en cuyas casas

no hay ni un solo libro,

es muy difícil que ese niño tenga

una relación con la lectura de ningún tipo»

Tener libros en casa, ser un ejemplo para nuestros hijos, es algo que muchos escritores siempre mencionan en sus entrevistas, como Víctor R. Alfaro y que podéis leer aquí.

El abuelo de Patricia tenía una estantería debajo de la escalera de su casa llena de libros que compraba para ella. Los leían juntos y luego los comentaban. Una experiencia, un acompañamiento, que nuestra invitada no ha olvidado y que cree que es lo que falta en las políticas de fomento de la lectura. “Es una batalla muy difícil de luchar desde las instituciones porque al final los modelos de los niños son sus padres.”

Patricia García-Rojo firmando su libro durante su club de lectura. Foto de su Instagram cedida por la autora.

Literatura en los medios

Esas mismas políticas son las que se olvidan, en muchas ocasiones de la literatura. Y, sobre todo, de dar más presencia en los medios de comunicación a la literatura infantil y juvenil.

Patricia me cuenta una anécdota que le sucedió en una librería que visitó las últimas navidades. En una mesa estaban las novelas adultas que habían recibido algún premio, pero su pareja se dio cuenta y, se lo dijo a Patricia, que no había ninguna con los premios de literatura infantil y juvenil. “Es cierto que la literatura infantil y juvenil es muy moderna. La colección el Barco de vapor tiene solo 40 años.”, explica Patricia. Y, por eso, ella decidió fundar un club de lectura para adultos enfocado a la literatura infantil y juvenil. Se reúnen en la librería Teseo en Fuengirola, en Málaga, “y es tan bonito ver cómo descubren que el rango de edad no afecta a la calidad literaria de la obra… y que pueden disfrutar o emocionarse con una historia para niños…”.

«Todavía estamos aprendiendo

qué es la literatura infantil y juvenil

y hay mucho desconocimiento»

Nuestra entrevista va llegando a su fin. El tiempo al lado del Patricia pasa volando. Es una gran conversadora y una mujer muy atenta y tranquila, por eso estar en las redes sociales, (aquí podéis seguir su cuenta en Twitter e Instagram) como tienen que estar mucho de los escritores del siglo XXI, le genera ansiedad. “Me encantan, porque esa niña que hay en mí que quería estudiar Bellas Artes, adora Instagram y las posibilidades estéticas que tiene esa red social, pero me horroriza tanto que llegue un libro a casa y tenga que pensar la manera de publicar la foto, que sea coherente con mi feed o tener que estar retransmitiendo lo que vivo en directo… Esta exposición continúa tiene lo hermoso de que te escriba de pronto una noche un lector diciéndote “me acabo de terminar tu libro, me lo he pasado genial, muchas gracias” que es precioso, y lo terrorífico que es tener que estar contando continuamente y viviendo como un publicista, entonces eso no me gusta nada.”

Merienda literaria

No podíamos terminar esta charla sin preguntarle a Patricia por una merienda de su infancia. Uno de los momentos más bonitos de hacer estas entrevistas, cuando viajan a su pasado y una sonrisa aparece en su rostro. La de Patricia huele a olivas. “Mis meriendas de la infancia, que solían ser pan con aceite, yo soy de Jaén, siempre eran en la calle. Yo me crie en una casita a las afueras de la Carolina, rodeado de descampados, de olivas, de un paseo enorme y vivíamos muchísimas aventuras. Entonces la merienda era correr a la cocina, entrar por la puerta de la cocina, a que te diesen el pan con el aceite e irte corriendo con tu bollo de aceite. “El canto”, que se le llama, porque le hacen un agujero al pan por arriba, te lo llenan de aceite y tú vas picando de los lados del pan, mojando el aceite, entonces era irte con tu pan a vivir tus aventuras a la calle con las rodillas negras y el espíritu libre. Las meriendas eran un momento fantástico de libertad.”

¿Y a quién nos recomiendas para conocer, leer y entrevistar?

A Pedro Mañas, por ejemplo. A mí me encanta César Mallorquí que tiene una saga que ha publicado con SM “La estrategia del parásito”. Y también a Ledicia Costas.

Salimos de la cafetería y caminamos un rato más juntas por las calles de Madrid en este principio de febrero frío. Quedamos en volvernos a ver durante la Feria del Libro de Madrid, a la que ella acudiría. Entonces no sabíamos que todo iba a cambiar tan deprisa y que nuestra próxima charla tendría que esperar.

Conseguir el libro

Si queréis comprar el último libro de Patricia García-Rojo, «El secreto de Olga», os animo a hacerlo en vuestra librería de barrio o en alguna favorita que tengáis, esperando a que abran de nuevos sus puertas. Buscar un buen librero o librera que os aconseje y disfrutad del placer de estar en un sitio tan mágico como una librería. Pero, si decidís comprarlo por internet, podéis hacerlo a través del enlace de abajo (en la imagen) que es mi link de afiliado a Amazon y del que me llevo una pequeñísima parte de la venta para mantener el blog y seguir recomendando buenas historias.

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