Nuestra invitada de esta semana es Almudena Cid, ex gimnasta, ganadora de la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo en 2009 y escritora. Suyas son las novelas de la colección “Olympia”, que comenzó a escribir en 2014, y que en esta entrevista nos desvela que los últimos tres libros saldrán entre 2020 y 2021. Pero, además, es la autora del maravilloso cuento infantil “Monstruos de minuto y medio”.
Conocí a Almudena en la última Feria del Libro de Madrid, durante la presentación del cuento organizada por la editorial “Lo que leo», del grupo Santillana. Allí nos contó su motivación para dar vida a este cuento y cómo había sido el proceso de creación junto a la ilustradora Julia Ortega.
En esta entrevista, que hemos hecho vía email porque Almudena, aunque ya no es gimnasta, sigue desarrollando su carrera como escritora y actriz y sus compromisos nos han impedido vernos, nos desvela cómo fue su relación con los elementos de la gimnasia rítmica, sus miedos y cómo, gracias a su valentía, logró superarlos.
Con ella hablamos de por qué quiso publicar “Monstruos de minuto y medio” y el legado que supone para ella haber escrito la saga “Olympia”, donde traslada sus veintiún años de experiencia como gimnasta en forma de novela.
Os dejo con Almudena mientras merendamos, junto a ella, un bocadillo de “chorizo pamplonica”.
¿En qué momento decides escribir novelas y cuentos?
Cuando me retiré de la gimnasia rítmica, supe que necesitaba volcar mi paso por el deporte en algún lugar. Sabía que no iba a ser en una biografía al uso. Tenía que ser algo pensando en los más pequeños y vi que los libros infantiles eran la mejor opción. Quería llegar a quienes empiezan en este deporte.
¿Cuándo nace la idea de escribir un cuento como «Monstruos de minuto y medio»?
Hubo un antes y después cuando con 23 años me enfrenté a la situación más difícil de mi carrera. Me empezaron a invadir un montón de dudas y miedos. Pensaba que alguien iba a poder arreglar todos los problemas por los que estaba pasando. Y fue entonces cuando me di cuenta que la solución estaba en mí. Me ayudó mucho escuchar mis miedos y convivir con ellos.
¿Cómo ha sido el proceso de crear y dar forma al cuento?
Siempre tuve en mi cabeza la idea de que los aparatos debían estar vivos. A lo largo de mi carrera, yo le hablaba a la cuerda, al aro, a la pelota, a las mazas y a la cinta. Han sido mis herramientas y compañeras de trabajo. Cuando me salía bien el ejercicio los besaba. Pero en realidad el trabajo dependía de mí. Encontré en esta relación la manera de contar esta pequeña historia. Aquella reflexión con 23 años fue el motivo.
¿Cómo ha sido el trabajo con la ilustradora, Julia Ortega?
Muy fácil. Le mandaba ejemplos de cómo debería ser el movimiento en las ilustraciones y luego ella lo adaptaba a su creación. Nos entendimos desde el primer momento.
«Monstruos de minuto y medio» habla de los miedos de una gimnasta antes de salir al tapiz y de cómo ese miedo le sirve para conseguir que todo salga bien. ¿El miedo y los nervios son parte importante en el deporte?
Hay que aprender a convivir con ellos. Cuando está en juego algo que nos importa tanto y que además tiene tanto esfuerzo detrás es normal que exista en nosotros el miedo a que no salga como sentimos que merecemos. Mi trabajo fue entender que era normal y centrar la atención en algo concreto de mi ejercicio. Para bajarle el volumen a mis voces saboteadoras. Es fácil de decir, pero fue un trabajo de años. Y aún sigue siéndolo. De hecho, «Monstruos de minuto y medio» es mi manual para los duros momentos.
¿Crees o sabes si este cuento ha influido en niñas que practican la gimnasia rítmica? ¿Si se han sentido identificadas o les ha ayudado?
Haber sido gimnasta y de la edad de los lectores me ayuda a ponerme en aquel momento. Reconocer lo que me pasaba y compartirlo era algo imposible para mí. Seguramente cuando lo leen lo hacen desde el entretenimiento pero sé que les deja un pequeño poso reflexivo. Y, sobre todo, que se sienten acompañados. Menos solos.
¿Qué ha supuesto para ti, después de ejercer tantos años como gimnasta, escribir «El mundo de Olympia», donde reflejas tanto de esa época?
Una catarsis y un legado. Es la forma más original para trasladar veintiún años de experiencia. Sé que mis libros acompañan, sobre todo, a aquellos que no se sienten comprendidos o que aún no entienden lo que les pasa. Es la contribución más bonita que podía hacerle a la gimnasia.
¿Qué te ha aportado la escritura como profesión?
Aprendizaje y, sobre todo, la posibilidad de ordenar mi vida deportiva y mis ideas. Entender cuándo es el mejor momento para contar algo trascendente y cómo llegar a ese momento. También mucho agobio, no lo voy a negar. Los tiempos de entrega chocan con los tiempos de la creatividad. Pero he conseguido salir adelante en estos 6 años.
¿Algún próximo proyecto literario del que puedas hablar?
La entrega de los últimos tres libros de «El mundo de Olympia» entre 2020 y 2021.
¿Qué leías tú cuando eras pequeña?
Recuerdo un libro de Caperucita Roja. Lo leía mientras mi madre ordenaba el trastero. Cuando aparecía el lobo lo tachaba con el boli. Siempre que llegaba a esa página hacía lo mismo. Hasta que la punta del boli traspasó la hoja.
No recuerdo ninguna otra lectura en especial. Quizás por eso escribí Olympia. Porque sentí una carencia en ese aspecto. No encontré nada que hablara de lo que a mí me pasaba.
¿Una merienda que recuerdes de tu infancia?
El bocadillo de chorizo pamplonica.
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