Ana Campoy: “La literatura infantil tiene el mismo derecho que la literatura adulta a ser reconocida como cultura”

Nuestra invitada de esta semana es Ana Campoy, periodista, escritora de literatura infantil y juvenil y coordinadora de la sección de infantil del festival Celsius 232, celebrado en Avilés. En plena crisis económica, perdió su trabajo y decidió mandar a las editoriales una novela juvenil que había escrito. “Se la di a leer a algunos amigos y familiares y me animaron a presentarla. La compró Edebé, les gustó mucho y me encargaron dos más.” Esa primera novela fue la exitosa Las aventuras de Alfred & Agatha”, una colección que hoy cuenta con ocho novelas publicadas.

Quedo con Ana en “El jardín secreto”, un restaurante-cafetería cerca del Centro Cultural Conde Duque, en Madrid. Ana reside en Valencia ahora, pero es madrileña de nacimiento y siempre que puede se escapa a la capital. Cuando puede y, en muchas ocasiones, por motivos de trabajo. Días antes de esta entrevista había participado en la interesante charla sobre Roald Dahl que la editorial Loqueleo Santillana organizó con motivo de su 103 cumpleaños y que os animo a ver aquí.

Lectura estival

Este verano, aproveché y me leí uno de sus últimos libros publicados, la primera parte de “Familia a la fuga”, como bien os conté en este post antes de las vacaciones. Un libro divertido, ligero, familiar y tremendamente emocionante. Una novela juvenil que juega, en todo momento, con el lector. “Familia a la fuga” nace entre Alex Alonso, el ilustrador, y yo. Gestamos la idea de hacer una historia infantil pero familiar. Y como siempre partimos de la premisa de que los personajes cuantos más apuros pasan más interesantes pueden ser las historias, se nos ocurrió la idea de que fuera una familia en protección de testigos. Al principio fue una idea en una libreta y cuando Loqueleo Santillana me contactó y me pidió si tenía algo interesante, saqué esa idea de la libreta, empezó a crecer y les encantó y tiré para adelante.»

«Al principio partes de una frase,

una idea peregrina,

pero si esa idea es buena y se queda,

tú la pones a cocer y

puede llegar a ser un pastel inmenso»

Así nació una saga familiar que ya va por su tercer volumen. Una historia de una familia que tiene que esconderse bajo la protección de testigos porque la organización MANDÍBULA les está persiguiendo. Todos tendrán que trasladarse y cambiar sus nombres y hasta sus ropas. En esta novela, Ana Campoy involucra al lector a lo largo de la narración. Habla con él y le pide que le guarde el secreto. “Era un modo muy atractivo de enganchar al lector y me parecía una ventana abierta a hacer mucho humor. También le da un tono más informal, más cercano. Creo que una cosa muy a tener en cuenta en la literatura infantil es conectar con los lectores y hablarles de tú a tú y resultarles cercanos, me explica Ana.

Literatura infantil vs Literatura adulta

Pedimos un rooibo cada una, no es hora de tomar teína. Yo de “mar y viento”, añorando el verano y Ana de “pera, violetas y chocolate blanco”, un sabor dulce y suave para encarar temas complicados. Y empezamos por la eterna “lucha” entre la literatura infantil y la adulta. “Tenemos la desgracia de que se conocen muchos autores de adulto, pero de infantil nadie conoce sus premios nacionales y no suenan los grandes nombres de literatura infantil. En España, la única que suena es Gloria fuertes y la pobre no está con nosotros. Pero hoy en día se están haciendo cosas muy modernas, muy innovadoras, muy bonitas y es gente que no tiene nada que envidiar a escritores de adultos.”

«Yo parto de la premisa que la literatura infantil

tiene el mismo derecho que la adulta

a ser reconocida como cultura y

buena literatura»

La literatura infantil y juvenil está creciendo, cada vez se publican más libros y, en la última Feria del Libro celebrada en Madrid las ventas aumentaron, pero “no es oro todo lo que reluce”, como dice el refrán. Ana, que afirma que “desde la política se deberían hacer campañas de prestigiar la cultura”, que acude a todas las conferencias que puede de literatura infantil y juvenil como ponente y que habla de ella en sus artículos (podéis leer alguno en su web) explica que existe una burbuja editorial: “Hay libros que en Navidad de compran, pero eso no significa que se lean. Se está concentrando todo en Navidad y Feria del libro, pero el resto del año la gente no visita las librerías. Yo lo comparo con los holandeses que compran un ramo de flores todas las semanas. Visitar a tu librero debería ser algo regular. Se piensa que se compra un libro porque es algo barato, pero que los libros se abran, que no se guarden en las estanterías.”

Consejos para formar lectores

En uno de los artículos que ha publicado como periodista cultural, rama en la que se formó, trabajó y algo que le gustaría retomar, Ana escribe que “los niños no son los lectores del futuro”. Me explica, despacio y pensando cada palabra, que esos niños ya están leyendo, ya son lectores, y esa es otra concepción errónea que se utiliza para decir que la literatura infantil es menor.

«Hay que preocuparse por lo que

los niños leen y, sobre todo,

porque piensen, por generar un pensamiento

crítico de ellos»

Soy de las personas que afirman que no deberíamos dejar de interesarnos por las lecturas de los hijos adolescentes. Ya no hay que leerles cuentos, pero sí es recomendable conocer qué es lo que leen y poder hablar con ellos. Ana coincide conmigo y, además, destaca unas recomendaciones para los padres que se acercan a ella en las ferias y le dicen “es que mi hijo no lee”:

  1. Lo primero es que ellos lean, porque imitan lo que hacen los adultos. (Una recomendación que también nos dio el escritor Víctor R. Alfaro).
  2.  Crear el hábito. Igual que les enseñamos a que se laven los dientes y cómo el hábito de la higiene es necesario, tienen que ver la literatura, que la narrativa en sí, es necesaria.
  3.  Siempre animo a los padres a que compartan lecturas con sus hijos. La literatura infantil que se hace ahora mismo es disfrutable también por los adultos.

El oficio de escritor

Ana escribe todos los días. Cuando decide darle vida a un texto conoce el principio y el final. La experiencia y los años de escritora le han permitido evolucionar y encontrar el método con el que se siente más cómoda. Antes planificaba muchísimo sus historias, “porque yo vengo de trabajar de guionista”, pero, en sus últimas novelas, como en “Familia a la fuga” o, quizás, en “La Cronopandilla”, con la que ganó el Premio Jaén en 2017, ha utilizado una fórmula mixta: “sé el principio y el final, eso lo necesito, sé más o menos algunos puntos de giro clave, pero me dejo llevar. Eso me da más ansiedad a veces porque te puedes atascar, pero he descubierto que es más divertido y que la novela se va revelando y sorprendiendo. Disfruto más del resultado.”

El trabajo de escritor es una carrera, “un oficio, es una labor de día tras día y eso solo se puede aprender haciéndolo. Escribiendo y equivocándose para saber de qué modo no se deben hacer las cosas. Es un reto contigo mismo, ponerte delante del espejo todos los días, cada vez que revisas. Tengo una manía y es que, para sentarme y volver a coger el hilo de lo que escribí el día anterior, suelo tirar para atrás y releer a lo mejor un capítulo entero. Y ahí aprovecho, corrijo y valoro.”

Las escritoras son más numerosas dentro de la literatura infantil y juvenil que en la literatura adulta. O, al menos, eso también me explicó Sara Cano en esta entrevista. “Siempre se dice que el mundo de la literatura infantil y juvenil lo llevan las mujeres y es cierto, la mayoría de las editoras son mujeres, no así los directivos de las editoriales, que son hombres.”

Ana me cuenta, mientras reflexiona y busca en su memoria ese dato, que una vez leyó una entrevista de la directora de personal de una empresa de trabajo temporal en la que afirmaba que un hombre no tiene tanto reparo como una mujer a presentarse a un puesto de trabajo, o presentar un manuscrito o un texto si no cumple todos los requisitos. En cambio, las mujeres, si no cumplimos el 95% de los requisitos, no nos atrevemos a dar ese paso. “Culturalmente nos han metido en la cabeza que nuestra opinión nos la tenemos que reservar o que el hueco no es nuestro, que tenemos que conseguirlo”. Y, de hecho, volviendo al mundo de la literatura, Ana cree que los hombres envían más manuscritos que las mujeres a los concursos literarios.

Para empezar, un concurso

De los concursos literarios también nos habló Mónica Rodríguez en la charla que mantuvimos con ella cuando ganó el Premio Cervantes Chico en 2018 y que podéis leer aquí. Ana opina que son el mejor método para empezar de cero. “Yo lo recomiendo, porque cuando tu mandas un libro a un premio hay un filtro para escoger unos finalistas que son los que se mandan a jurado. Para que un libro pase ese filtro siempre se hace un informe de lectura, se encarga a los lectores habituales que tenga la editorial. Si el libro es bueno, el informe es bueno y las editoriales, aunque el libro no gane los premios, si hay un buen informe, el libro se publica. A mí eso me pasó con “Arturo leal y el perro fantasma”. Yo me presenté al premio Barco de Vapor, no gané, pero sí seleccionaron mi libro para publicarlo porque les gustó.”

«Yo animo a la gente a presentarse

a los concursos literarios.

Si no ganas, es una oportunidad perfecta

para volver a revisar el libro

y presentarte a otro premio»

Consejos que valen oro.

Nuestra entrevista y merienda llega a su fin, pero no podemos acabar sin hacerle las dos preguntas claves.

¿Otro autor/a que nos recomiendes leer y entrevistar?

Diego Arboleda, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2014 y el autor de “Prohibido leer a Lewis Carroll”. Y también a Ledicia Costas, ganadora del Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2015 y autora de “Escarlatina, la cocinera cadáver”. Y al Hematocrítico porque hace libros infantiles muy buenos. Es profesor de infantil y se nota mucho, pero no porque imparta didáctica en los libros, sino por todo lo contrario. Escribe los libros desde una perspectiva totalmente literaria.

Y, ¿una merienda de tu infancia?

Sé que esto no es muy recomendable, pero el bocata de Nocilla que me hacía mi abuela en su tienda de ultramarinos en el pueblo de Vallecas, no hay nada comparable.

Y entre risas y con el sabor del rooibo y del “bocata de Nocilla” termina esta entrevista con una autora inteligente, divertida y que os recomiendo leer.

 

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¡Muchas gracias!

 

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