Hace poco escuché en un cuentacuentos de Rafael Ordóñez a una madre que le decía a su hijo que cómo se iba a llevar ese cuento, que era muy infantil para él. Y el padre contestó: “¿Por qué? ¿Si él lo quiere?”. El niño no debía tener más de seis o siete años, creo recordar, pero me hizo plantearme por qué ponemos límites, incluso, en la lectura a nuestros hijos. El pequeño había disfrutado con la historia de “El pedo más grande del mundo” y quería llevarse el cuento para leerlo en casa, pero su madre ya había decidido por él.
Vivimos una época en donde la maternidad, la buena maternidad, se ejerce si dejamos decidir a nuestros hijos. Debemos convertirlos en personas autónomas, independientes, capaces de tomar sus propias decisiones desde bien pequeños, pero les impedimos leer libros que consideramos que no van acordes a su edad.
“Los libros son «a partir de», no hay un hasta”, explica muy bien Marina, librera en Turuletras, una famosa librería del barrio de La Ciudad de los Ángeles, en Madrid. Allí es donde mejor se puede comprobar si los padres dejan elegir cuentos a sus hijos o no. “Hay de todo, pero en general sí porque se fían de nosotras. Cuando vienen a por un libro siempre nos dirigimos a los niños, les preguntamos qué es lo último que han leído, qué aficiones tienen o qué les gustaría leer. Siempre encontramos algo con lo que todos se vayan contentos.”
Esas expresiones de “ese te vas a llevar”, “no prefieres otro para más mayores” y tantas otras que decimos cuando nos convertimos en padres, es difícil eliminarlas de nuestro diccionario interno. Pero si queremos convertir a nuestros hijos en lectores críticos, debemos dejarles elegir. Quizás no ponerles la estantería repleta de libros delante, pero sí guiarlos, que no es lo mismo que decidir por ellos. Verónica Mata, regente de la Papelería Oliver, en Aldaia, Valencia, opina que, por su experiencia, “los padres hacen como que dejan a los niños elegir, pero realmente suelen decidir ellos. A partir de los ocho o nueve años ya es más habitual que elijan los niños.”
¿A qué edad deben decidir por sí solos sus lecturas?
Aquí el debate puede ser extenso. Hace poco me contaba una amiga que ella siempre le ha comprado a su hija álbumes ilustrados, pero ahora, con seis años, su hija quiere los que valen un euro en el Carrefour. ¿Eso está mal? Creo que no. Ella está tomando decisiones, valorando entre unas cosas y otras. Está madurando como lectora. Equivocarse o no va implícito en la vida. Eso nos hace crecer y nos convierte en grandes lectores capaces de discernir qué queremos y qué esperamos.
María Jesús Campos, autora del blog que lleva su mismo nombre, experta en psicología educativa y social, trata a diario con niños y adolescentes. Ella afirma que desde pequeños pueden probar y elegir diferentes libros, “puede que les gusten o no, pero la clave está en conocer el mundo literario y la diversidad”.
Leer, asistir a cuentacuentos, que los colegios lleven a los autores a las aulas y puedan charlar directamente con los alumnos, como bien explicó la escritora e ilustradora Raquel Díaz Reguera en esta entrevista, les ayuda a tener un contacto mucho más cercano con la literatura y sus autores. Y a ser conscientes del valor que tiene la lectura.
Y, por supuesto, las visitas a las bibliotecas. Una actividad que siempre recomendamos desde el blog. Cuando les acompañamos, “les estamos dando la oportunidad de probar, descubrir diversas modalidades y que ellos puedan conocer más”, afirma María Jesús. Es allí, quizás, donde los pequeños lectores comienzan a tener un contacto más cercano con los libros. Donde pueden investigar, tocar los libros, donde comienzan a sentir “la emoción de pasar las páginas de un cuento”, afirma Verónica.
Lectores críticos
“Pero el hecho de tomar decisiones desde pequeños, les hace sentirse tenidos en cuenta, escuchados, valorados. Así, su autoestima se hace grande, gigante y no tendrán miedo a tomar decisiones importantes”. Esto lo leí hace poco en la web “Desaprendiendo para aprender” y me pareció muy adecuado para introducirlo en este artículo porque, aunque elegir un libro con tres años no es una decisión que vaya a marcar las vidas de nuestros hijos, sí les estamos enseñando a valorarse a ellos mismos y a disfrutar de la lectura.
“Leer tiene que ser un placer, no una obligación, por eso son ellos los que han de elegir”, afirma Marina, de Turuletras. Algo en lo que también coincide Verónica que añade que esa elección crea un hábito lector “que tanto nos preocupa a las madres”.
Conseguir que los pequeños lectores continúen leyendo cuando llegan a esa franja tan complicada de los nueve o diez años, es una tarea muy complicada. En este artículo os hablé de por qué es importante leer con ellos desde muy pequeños. Si ponemos a su alcance buenos libros, historias interesantes, divertidas, que les hagan pensar y, encima, les dejamos elegir lo que quieran leer, abonaremos un terreno lector que dará sus frutos. Convertirse en un buen lector es una tarea que requiere paciencia y constancia. Y nuestra labor es aconsejar, proporcionar apoyo, explicar, pero no impedir.
“El pensamiento crítico es algo que se debe trabajar y orientar desde pequeños. Si les dejamos que elijan diferentes tipos de lectura, les estamos permitiendo que descubran, que analicen esos contenidos”, explica María Jesús. Y, muy importante siempre, hablar de esas lecturas con ellos, hacer “preguntas diversas sobre lo leído, por qué le ha gustado o por qué no, cuál ha sido su parte favorita, qué hubiera cambiado de la historia… Multitud de cuestiones sobre el libro que le ayudarán a analizar el mismo, pero que les puede ayudar a la hora de ir valorando qué tipo de historias son las que más le gustan”.
Lectura y redes sociales
Con el auge de los Booktubers, nuestros pequeños lectores, que empiezan a utilizar antes las nuevas tecnologías, tienen más canales que les ofrecen consejos y cada vez los utilizan más. No hay que desdeñar esa ayuda que nos ofrece internet, debemos utilizarla a nuestro favor e ir con nuestros hijos a las librerías, si podéis siempre a las de barrio y a una de confianza, donde os van a aconsejar mejor. Y, por supuesto, vivir esa experiencia con ellos. Cuando son mayores van teniendo una idea clara de los libros que quieren, “pero les gusta que les aconsejes, que les enseñes o cotillear libremente y preguntarte”, explica Marina. “Sí, y además cada vez defienden más sus gustos y preferencias”, añade Verónica.
En el último número de marzo de la revista literaria infantil y juvenil “Peonza”, ganadora del último Premio Nacional al Fomento de la Lectura, Paciano Merino, que pertenece al equipo de redacción de la revista, publica un artículo titulado “Lectores de nuestro tiempo”. En él afirma que es la “institución escolar” quien debe “establecer una pauta exigente intelectual de la lectura” frente a lo que se recomienda a través de las redes sociales. Pero también explica que si esas redes sociales “mantiene a un sector importante de la población en la lectura” también servirá para convertir a los pequeños lectores en lectores maduros que compartirán esa experiencia y harán “de la celebración social de la lectura una auténtica actividad cultural y pública”.
Jordi Sierra i Fabra dijo una frase en la entrevista que le hicimos para el blog que explica muy bien el sentir de este artículo: “No hay que obligar a los jóvenes a leer, sino tratar que entiendan que les va a salvar la vida”. Una enseñanza que se adquiere a lo largo de nuestra vida lectora y que conseguimos cuando decidimos, como lectores pequeños o grandes, qué queremos leer.
Foto de portada de Ángel Hernández.