Raquel Díaz Reguera: «Hay que debatir menos y trabajar más con los niños en los colegios y ver qué les gusta»

Nuestra invitada de esta semana, la escritora e ilustradora Raquel Díaz Reguera, huele a fresas. Las del batido que le ponía su abuela para merendar mientras ella se sentaba en una mecedora muy alta a ver a María Luisa Seco y Torrebruno. Pero también huele a tostada con jamón york y mantequilla y a pinturas de colores, las que utilizaba para dibujar cuando acababa de merendar y pasaba las tardes en la mecedora de su abuela, con el olor de esa casa, de ese salón, viendo la luz que entraba por la ventana de esa casa sevillana. Y, seguramente, tarareando alguna canción.

Raquel Díaz Reguera tiene 44 años y es autora de 40 libros, entre álbumes infantiles e historias para adultos. Antes de escritora de libros infantiles fue letrista junto a su hermana, Nuria Díaz Reguera, de canciones para Víctor Manuel, Pastora Soler o Miguel Ríos. Con diecinueve años vinieron a vivir a Madrid persiguiendo un sueño. Disfrutaron de un viaje que duró diez años, pero la música, muchas veces, es efímera: “Nosotras no abandonamos el mundo de la música, sino que él nos abandonó a nosotras cuando dejó de existir el formato cd”.

Quedo con ellas en el parque de El Retiro el día en que se inaugura la Feria del Libro de Madrid. Raquel y Nuria han venido a pasar el fin de semana a la capital. Raquel lleva varios días aquí, disfrutando y participando de otra feria mucho más pequeña, pero más importante a nivel de educación, la Feria del libro de Fuenlabrada. Un evento que da importancia a los colegios, a los alumnos, al encuentro entre los lectores y los autores de una forma más cercana.

Nos sentamos en el césped y empiezo a escuchar a Raquel contándome cómo empezó a ilustrar y a escribir cuentos infantiles y con su voz dulce, suave y sosegada, ya me ha conquistado. “Decido dedicarme a la literatura infantil cuando nace mi primer hijo. En ese lapsus en el que se acabó mi profesión como letrista y decido ser madre. Eso implicó visitas a las librerías especializadas en álbumes infantiles que yo no trabajaba como observadora desde que era muy pequeña. Recuerdo tres o cuatros álbumes que teníamos en casa que todavía me parecen espectaculares con los que hablamos algunas veces con libreros porque algunos se han reeditado. Y, de repente, me encuentro con el mundo del álbum ilustrado y me maravilla”.

Los inicios en el álbum ilustrado

Raquel lleva casi diez años ilustrando cuentos. Su primera historia fue “¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa?”, escrito en el año 2010 para su hija Violeta. Una historia de princesas que no quieren ser princesas, que desean romper con el destino. Un libro que tiene repetición, personajes de cuentos clásicos como hadas y dragones y que acaba con una pregunta, un detalle genial para debatir en los colegios o en casa, cuando se acaba el cuento antes de dormir, como os comenté en este artículo. Una historia que pensó para presentar a un concurso. “Cuando una tiene dos hijos y está todo el día bregando con ellos y no tienes un trabajo real con un jefe que te diga “tienes que entregar esto”, es verdad que es más difícil ponerse pautas, horarios… Entonces había un concurso de Kalandraka, el de Orihuela, y me puse a escribir y a ilustrar “¿Hay algo más aburrido…” , pero no se me ocurrió ponerme a ver los cuatro premios Orihuela que había habido antes. Y cuando llegué a la librería y los pedí, ya tenía el cuento escrito, ya estaba bastante avanzado y vi que eran cuentos con muy poco texto y bastante más ilustración. Y ahí fue cuando se me ocurrió escribir “Un amor tan grande”, que ahora es de Vuelaletra.

“Un amor tan grande” es un cuento muy sencillo, pero cargado de sensibilidad y magnetismo. Un libro que atrapa a los pequeños lectores y a los adultos. Con una banda sonora muy pegadiza. Una historia con mucha ilustración y poco texto. “Yo quería ilustrar álbumes, escribirlos e ilustrarlos. Escribirlos me parecía más sencillo, porque las ideas me venían más a la cabeza teniendo niños, pero lo que hacía mucho tiempo que no practicaba y fue un reencuentro era la ilustración, y como no tenía que ilustrar de una manera o de otra, sino simplemente probar, pues “Un amor tan grande” está hecho con toallitas Dodot. Descubrí que con ellas también se podían hacer cuentos.”

De “Un amor tan grande” os hablé hace tiempo en el blog y os enseñé el libro por dentro en nuestro canal de Youtube. Yo lo conocí cuando Nuria y Raquel pusieron en marcha su editorial, Vuelaletra, hace un año y medio. Una editorial que nace con la idea de cuidar los libros que publican, de darles el tiempo necesario para que estén en las librerías y que el mayor público posible pueda conocerlos. «Vuelaletra surge como el intento de hacer un proyecto en el que nos divirtamos nosotros. En el que yo viva esa labor, pero también Nuria, por ejemplo, que es letrista y hace las letras de las canciones del álbum o nuestros hijos, que son todos músicos. Nos convertimos de repente en la familia “Telerín” y hacemos como un “todo” con el álbum y lo mimamos. “Un amor tan grande” ya ha agotado su primera edición, pero ahora reeditamos y nos ponemos a hacer otras presentaciones. Poder inventar cosas con un libro que es de tu propiedad, no abandonarlo. Sin la prisa y la urgencia de la novedad que te marca el mercado.”

Bocetos de «Un amor tan grande» hechos con toallitas (fotos cedidas por Raquel Díaz Reguera)

Los cuentos y la música

Los cuentos de Raquel, aparte de tener una ilustración muy personal, inspirada en los dibujos de Rebeca Dautramer, casi siempre van acompañados de una canción. Ellas vienen del mundo de la música y es imposible desprenderse de eso. “Yo soy incapaz de escuchar o leer una canción sin estar viendo la rima”, me dice Nuria en un momento de la entrevista. Y me hablan, y recomiendan, “Ahora qué va a pasar”, un cuento que escribieron e ilustraron juntas en 2012. Una historia acumulativa, con repeticiones, animales y que habla de la amistad. “Ese libro lo ha escrito Nuria, que debería escribir más. Es una historia que le escribe a mi sobrina Jimena porque ella quería ser una vaca a partir de un peluche de vaca que le habían regalado. Y con él montamos una especie de escenario muy bonito, que lo hizo mi cuñado Jose, por el que deambulaban los animales y siempre fue con una canción. Las presentaciones siempre son una canción. Las canciones de nuestros álbumes son canciones que intentamos que los niños puedan cantar.”

Raquel se define como una “autora madre”. Muchos de sus libros, por no decir casi todos, han surgido de su experiencia materna. De ver a sus dos hijos crecer y sentir que necesita contar una historia con lo que siente o con cosas que les ha pasado a sus hijos. Sobre todo, con el crecimiento de su hija Violeta. “Pablo es un niño que tiene mucho mundo propio y no ha tenido tanta dependencia del mundo exterior, ni de los afectos, ni de los amigos. Violeta sin embargo sí que va cumpliendo como todos los pasos que nos pueden preocupar a una madre. Violeta es una niña que tuvo problemas en el cole, como tantos, y de ahí nació “Yo voy conmigo” o “¿Qué le pasa a Uma?”. Son historias personales. “¿Qué le pasa…?” Violeta sabe que se lo escribí a ella y yo le pregunto si a ella le importa que yo lo cuente y me dice que no. El problema del acoso es que el acosado tiene que sentirse como mal porque lo hayan acosado. El cuento de Cuando las niñas vuelan alto son cuentos que surgen de mi preocupación cuando voy a los coles y veo que las niñas a partir de los nueve años empiezan a tomar la periferia del patio y los niños se quedan al centro. En las clases, cuando son más pequeños, todos participan por igual y se sientan juntos sin ningún tipo de problema. A partir de esa edad, las niñas empiezan a tomar siempre la zona colindante de la clase, los niños se sientan en el centro y ellos participan mucho más.”

La mujer como protagonista

Quizás preocupada por su hija, o por la situación de la mujer a lo largo de los años, sus personajes siempre han sido femeninos, sin ella darse cuenta. “Yo no tenía conciencia hasta que la gente empezó a decírmelo. Entonces fue cuando yo misma hice este análisis. Yo creo que los cuentos son una herramienta y en los coles mucho más para hablar con el niño de algún problema que puede tener, pero que él tenga la capacidad de verlo desde fuera. El niño con el personaje de “Yo voy conmigo”, por ejemplo, que les gusta mucho a los niños varones, empatiza con ese personaje. A lo mejor tú estás viviendo lo mismo, pero como no te están mirando a ti, no eres tú el abusado, sino que lo ves en otro, resulta mucho más fácil de solucionarlo. Con “Uma” es increíble cómo llegas a una clase, lo cuentas y ves inmediatamente quién es el marginado de la clase. Los pones en una situación en la que reflexionan. Yo creo que el cuento sí es una buena herramienta.”

Su último cuento publicado es “Hay sitio para ti”, editado por Vuelaletra. Una historia de sentimientos y de cómo expresarlos que Raquel ha escrito e ilustrado. “Mis cuentos siempre han surgido de mí y en eso soy muy afortunada”, me confiesa. Una suerte que se refleja en los álbumes que ha publicado. Ya había leído varios libros de Raquel, pero he tenido la suerte de poder sacar muchos de la biblioteca, y cuando has leído varias historias escritas por Raquel, reconoces el tono pausado, tranquilo, sensible que su personalidad aporta a los cuentos. Acompañados por unas ilustraciones dulces y carismáticas. Ha podido desarrollar ideas tan duras como “¿Qué le pasa a Uma?” o dulces como un catálogo de “Abuelas de la A a la Z” que es una belleza literaria.

Y su nuevo álbum, una vez más, está inspirado por esas anécdotas de madre o, en este caso, de tía, que tanto le gusta desarrollar. “Hay un sitio para ti” nace de mi sobrina Jimena. Ella tiene once años, pero duerme con todos sus peluches en la cama y todos tienen un porqué. Pensamos que es una manera del niño, de expresar las emociones que siente a través de relacionarlas con sus peluches. Es un cuento que trata las emociones, pero desde la visión de mi sobrina y de esa cama en la que ella se siente segura porque están todos y hay sitio para todos”. “Y no quiere abandonar a ninguno”, añade Nuria.

Los autores e ilustradores en la literatura infantil

Raquel ha publicado cuarenta libros, como os he dicho al principio de esta entrevista, y la mayoría han nacido de ideas suyas. Exceptuando “Clara Campoamor”, que es un personaje que Luis Amavisca, el editor de Nube Ocho, le encarga que estudien y que publiquen algo sobre ella y “Abuelos de la A a la Z”, “porque el de las abuelas había funcionado muy bien”. También ha escrito libros para adultos como “Diario de un despecho”, ilustrado por Irene Mala, una ilustradora que vio como la persona adecuada para el proyecto, o “María Olvido”, con ilustraciones de Marcelina Prieto, “vi sus ilustraciones y escribí un cuento para que ella me lo ilustrara”. O ha ilustrado sin escribir, como “Cuentos para quererte mejor”, de Alex Rovira. “Hay veces que es bonito ilustrar para otro, pero a mí me gusta menos, me gusta más hacerlo todo”.

Después de tres días contando sin parar y haciendo talleres en los colegios de Fuenlabrada, Raquel tiene la voz tomada, pero eso no le impide hablar extensamente de todo sobre lo que le pregunto. Raquel tiene muchas cosas que contar y de las que se puede aprender y eso es lo que más me gusta de poder hacer estas entrevistas en persona. Y por eso hablamos de un tema tan amplio, pero importante, como la situación de la literatura infantil. “Creo que el álbum infantil tiene varios problemas, entre ellos que el autor existe poco. Ahora en los coles se está trabajando mucho con los autores, pero hasta ahora ha sido un álbum, un libro muy tratado por temáticas, un libro al que se le tiene poco respeto. “Quiero un libro de princesas, un libro para mi hijo que se está quitando el pañal…”, pero casi nunca se ha buscado autores.”

“¿Y a los ilustradores se os conoce?”, le pregunto, porque eso es una cosa que a mí me preocupaba cuando empecé con el blog: que muchas veces conocíamos la historia, pero no quién la contaba o la ilustraba. “Yo creo que más o menos por el estilo. Las personas más conocidas en este país son autoras e ilustradoras, las dos cosas, como Rocío Bonilla y Anna Llenas. Luego están Susana Isern o Margarita del Mazo, que son solo autoras. Ilustradoras solas como Esther García. El ilustrador tiene que hacer un abanico muy grande de cosas para conseguir vivir de la ilustración que no solo es el cuento. En cualquier caso, pienso que el problema del álbum ilustrado a veces es que hay cierto complejo de trabajar para niños, pasa un poco como con el teatro infantil. Primero hay mucho juicio de valor sobre quién ilustra de una manera, quién ilustra de otra, si los cuentos tienen que ser útiles o si no. Demasiado debate. Para mi es más sencillo y creo que dentro del mundo de la ilustración hay ilustradores que preferirían trabajar para adultos. Creo que se crean como grupos internos en los que, al álbum infantil, se le saca de su contexto natural. Habría que trabajar más con los niños. No hay que debatir tanto entre libreros, premiados o el mundo del arte, sino vete a los coles y trabaja con los niños y vamos a ver lo que a los niños les gusta, lo que nos resulta útil para educarlos, lo que nos resulta maravilloso para reírnos.”

A Raquel la reciben en los colegios como a “Beyoncé”, me cuenta entre risas. Los niños y niñas conocen sus libros y se han leído sus cuentos gracias a que los profesores, entre todo el abanico de literatura infantil que existe, eligen sus cuentos para que los lean y los disfruten. Porque los colegios son el mejor foco donde crece la semilla que convierte a los pequeños lectores en grandes lectores. “Mis libros se han convertido en una herramienta para los maestros y a mí me parece brutal, porque cuando voy a los coles se generan debates y charlas. Por ejemplo, con “Pecas”, que es un libro que lo he contado estos días por primera vez, que no es ni niño ni niña, sino todo lo contrario. “Pecas” es una ilustración de lo que para mí es una niña que cuelgo en Facebook. Un personaje que nace sin cuento y me empiezan a preguntar si es una niña o un niño. Para mí era claramente una niña. Para Luis, de Nube Ocho, el editor, es un niño… no coincidimos todos y dije “pues ya tengo el cuento”, es “Pecas” que no es ni niño ni niña en todo el cuento y él, que sí sabe lo que es, pregunta quién decide lo que es de niños o de niñas y lo va poniendo en situaciones cotidianas en las que se separa las cosas de niños de las cosas de niñas y son tan bonitas las reacciones de los niños… Yo veía hoy a Margarita del Mazo, que es una entregada con los niños, y la adoran. Cuando dicen “los libros no tienen que ser útiles”, todo es útil. Una película si te ríes ya es útil, si lloras también, si te despierta algo, sea lo que sea, siempre es útil”.

Cuando solo me quedan las dos preguntas “obligatorias” de estas entrevistas, un pequeño sentimiento de pena me invade, porque la cita llega a su fin. Como cuando ves una película que te está gustando mucho y el final se ha resuelto y sabes que queda muy poco para que termine y se enciendan las luces. Pero Raquel, como muchos autores antes, me regala una sonrisa nostálgica y un momento único de su infancia que a mi me apasiona descubrir.

“La merienda de mi infancia… Lo que echo de menos y siempre echaré de menos. Yo vivía en mi casa tanto como en la de mis abuelos y mi abuela me preparaba un batido de fresa y cogía una viena y le quitaba la parte de arriba y la de abajo, casi como si fuera pan Bimbo, y le ponía mantequilla y jamón de york y me sentaba en una mecedora a ver a María Luisa Seco y Torrebruno. Me ponía una tabla delante en la que luego ya me quedaba dibujando con mi batido de fresa y mi pedazo de bocadillo de mantequilla y jamón york y eso lo extraño. Yo de mis abuelos me acuerdo mucho. Recuerdo esa merienda y recuerdo el olor de esa casa, ese salón, esa luz que entraba por la ventana.”

Y, como no podía ser de otra manera, Raquel nos recomienda leer y conocer a dos grandes escritoras y amigas, además de otros grandes profesionales. “Susana Isern, es una cabeza pensante y muy brillante. A Margarita del Mazo, a ellas dos las adoro. Con quien empecé yo a morirme de la risa con los primeros cuentos que les leía a mis niños, con Pablo Albo, me parece fantástico. Esther García me encanta o Adolfo Serra.”

Y así acaba esta entrevista. Ellas comenzando su paseo por la Feria del Libro, en el que seguro que saludan a tantos amigos y yo terminándolo, que también he saludo a otros tantos. Pero quedamos en vernos en Sevilla, donde ellas viven y esa tierra que yo tanto amo, tanto como los libros de Raquel que adoran los niños y niñas. Porque cuando has leído sus historias y oído sus canciones, es imposible olvidarlas.

Las hermanas Nuria y Raquel Díaz Reguera

Un comentario sobre “Raquel Díaz Reguera: «Hay que debatir menos y trabajar más con los niños en los colegios y ver qué les gusta»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *