Esta semana os queremos recomendar «En mis tiempos…», de Desirée Acevedo. Un cuento muy personal, lleno de nostalgia, con dos lecturas, para adultos y pequeños. Los primeros pasearán, en cada página, por su infancia. Y, los segundos, descubrirán nuevos juegos. Pero ambos entablarán una conversación que los unirá más. Ese es el punto fuerte de “En mis tiempos…”.
El nuevo cuento de Desirée Acevedo relata, a través de ilustraciones, cómo una persona mayor le cuenta a un niño que no deja de jugar con una consola, (intuimos que pueden ser abuelo y nieto), que en sus tiempos no existían esos aparatos y se entretenían de otras maneras. Aquí comienza una serie de ilustraciones evocadoras de juegos de nuestra infancia.
Desirée es una mujer muy dulce. Tuve la suerte de conocerla en La Librería de Alicia, en un cuentacuentos, y comprobé la importancia que le da a los pequeños detalles. La tranquilidad y la fuerza que le ofrece a cada palabra e ilustración. Por eso “En mis tiempos…” tiene su marca personal, como también «Awi y el mar», otro de sus cuentos que reseñamos en el blog. Una historia pausada, tierna, conmovedora, con un mensaje final cargado de amor hacia los libros, como no podía ser de otra manera para Desi.
El origen de la historia
Pero, como siempre, queremos saber cómo nace este cuento. Y se lo hemos preguntado a su autora: “Esta idea vino a mi cabeza como un torbellino. Estaba en el parque con mi hijo y veía a multitud de niños y niñas con el móvil en la mano, sentados en cualquier parte del parque, estáticos. No entendí muy bien el sentido que tenía todo aquello y recordé cómo fue mi infancia con mis hermanos y mis primas. Sentí la necesidad de reflejar eso, de hecho, paré el proyecto que estaba haciendo para centrarme exclusivamente en este. Desde el primer momento tuve muy clara la estética, el ritmo y lo que quería contar.”
“En mis tiempos…” es un álbum escrito e ilustrado enteramente por Desirée y publicado con la editorial Abresueños. Una historia en blanco y negro donde la autora utiliza el color en los sitios adecuados, allí donde la vista del espectador se va primero, en esos juegos de nuestra infancia que muchos niños y niñas no conocerán. Incluso las guardas son parte importante en este fantástico cuento. Todo esto despierta en el espectador un sentimiento que convierte este cuento en un “una caja de recuerdos”.
¿Jugamos con nuestros hijos?
Un libro que también nos hace reflexionar sobre la infancia actual, como hizo Desirée. “Yo tuve una infancia en la que era libre, jugaba muchísimo en la calle, en el parque. Me encantaba hablar con todo el mundo (ahora también), y veo que eso se está perdiendo. No tengo nada en contra de los videojuegos, de hecho, me encantan y soy consciente que nuestros peques tienen que crecer con la tecnología. Pero deberíamos repartir bien el tiempo de juego al aire libre y el tiempo de “pantallas” en general. Sé que el nivel de estrés al que estamos sometidos padres y madres es duro, y es muy cómodo darle a un niño o niña un aparato para tener un rato para hacer algo, pero pensemos en las consecuencias.”
Siempre se dice que lo importante es el tiempo que pasamos con nuestros hijos. Y existe el eterno debate de tiempo contra calidad. ¿Qué es mejor? Lo ideal sería aunar las dos, pero la conciliación, en muchas ocasiones, lo hace imposible.
Cuentos como el de Desirée Acevedo nos hacen replantearnos cómo es ese tiempo que pasamos junto a nuestros hijos. Incluso ella misma ha hecho un ejercicio de reflexión al escribirlo. “Este cuento me ha hecho replantearme hábitos que estábamos normalizando en casa, me ha hecho conectar con aquella niña que fui, y que aún sigue dentro. Hay que saber frenar, respirar, jugar con nuestros hijos e hijas. El mejor regalo que podemos hacerles es nuestro tiempo. Pero, sobre todo, ha supuesto poner un trozo de mí, de lo que fui y lo que soy, de lo que pienso y quiero hacer.”
A quién va dirigido
Hemos leído “En mis tiempos…” varias veces con mi hijo Jose, de tres años, y lo mejor han sido las conversaciones que surgían a partir de las ilustraciones de los juegos. Hemos recordado momentos en los que él ha jugado a la rayuela, por ejemplo, o cómo creamos una peonza para un trabajo sobre Egipto del colegio o explicarle qué era una cometa, algo que todavía no hemos probado.
Es un cuento para pequeños lectores a partir de cuatro años, muy sencillo, pero que requiere de una constancia en la lectura de libros ya que no narra una historia acumulativa o utiliza varios escenarios, sino que es una enumeración de juegos, de recuerdos, de ilustraciones, lo que conforma la historia. Para un lector no acostumbrado a los cuentos, puede resultar extraño.
Como os he dicho al principio, la gran baza de este cuento es crear esa conversación donde dos generaciones distintas, con recuerdos diferentes, crean juntos sus propias vivencias. Que la lectura consiga eso me parece impresionante.
Y para merendar…
En esta ocasión, hemos hecho croissant caseros. Compramos varias masas de hojaldres y nos sobró una, así que aprovechamos para cortar y liarlos. Estaban muy ricos, pero les faltó ese toque de chocolate que tanto nos gusta en casa. ¡Para la próxima!