A nuestra invitada de esta semana, Eva Clemente, la conocimos en persona durante el cuentacuentos de Juan Carlos Martín Ramos, las pasadas navidades. Inma Muñoz nos la presentó y Pilar Serrano nos la recomendó en su pasada entrevista. Conocerla a ella y a sus libros ha sido un verdadero descubrimiento.
Eva Clemente es la responsable de Emonautas, una editorial dedicada a publicar libros infantiles con especial interés por la educación emocional. “Los tentáculos de Blef” es, quizás, la colección de libros más famosos que ha publicado. Pero no os podéis perder “¿Qué le pasa al planeta?”, un libro sobre el medio ambiente y cómo tratamos el mundo en el que vivimos. Pero Eva tiene muchos libros más.
El proyecto de Emonautas comenzó hace cuatro años y fue una de las mejores cosas que le han pasado en la vida a Eva Clemente. Desde entonces Emonautas ha publicado pocos libros, pero muy cuidados. Historias que despiertan preguntas en los pequeños lectores. Que les animan a seguir buscando cuentos que los hagan disfrutar.
Teníamos muchas ganas de que Eva viniese a merendar con nosotros. Y aunque no podemos darle “quesitos” aplastados en galletas María con “incrustaciones” de trigo inflado para merendar, seguro que podremos encontrar alguna solución 🙂
¿Cuándo descubres que quieres escribir e ilustrar historias infantiles?
Aunque siempre me había atraído todo lo literario y lo creativo (empecé a estudiar la carrera de Filología y me cambié a Bellas Artes) no fue hasta hace unos cuatro años que me empecé a fijar en el campo infantil. Yo no soy madre ni tengo niños en mi entorno cercano, así que fue casi por casualidad. Estaba en un momento de cambio personal y vi un anuncio de un concurso literario de cuento con ilustraciones. Me despertó la curiosidad y quise experimentar. Me gustó tanto lo que sentí que busqué un nuevo reto: un álbum ilustrado (un formato donde texto e imagen tienen la misma relevancia). A partir de ahí ya no pude parar. Siempre digo que me asomé a un álbum ilustrado, me caí dentro y todavía cruzo los dedos para que nadie me rescate.
¿Qué te inspira para crear tus textos y tus ilustraciones?
Las ideas vienen por vías muy diferentes. La mayoría de las veces pongo el foco en temas que me interesan a nivel particular. Pero hay veces que el detonante de una historia puede ser una frase que escucho por la calle o que he leído en alguna parte. El humor (incluso el absurdo) y la experimentación también suelen ser hilos de los que tirar tanto a la hora de escribir como de ilustrar.
¿Qué le pasa al planeta?
Eres la responsable de la editorial Emonautas, con libros enfocados al cuidado del medio ambiente, que tratan los sentimientos e, incluso, historias para leer a los niños antes de nacer, durante el embarazo. ¿Cuándo comienza este viaje tan emocionante?
Fue en el año 2015. Por entonces yo me acababa de enamorar de los cuentos y ya tenía claro que quería emprender un proyecto relacionado con ellos. Entonces, a finales de año, conocí a Teresa Arias, terapeuta y escritora. Ella tenía el mismo deseo loco que yo y nos unía también un gran interés por la educación emocional. Así que, casi sin pensárnoslo, fundamos Emonautas a los pocos meses de conocernos, el 25 de diciembre de 2015. Caminamos juntas dos años y luego separamos nuestros caminos a principios del 2018. Ha sido y es un viaje emocionante, a veces también difícil, pero sin duda una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida y que me sigue haciendo feliz.
Todos los libros de la editorial tienen un mensaje destinado a hacer crecer a los pequeños lectores, a hacerse preguntas. ¿Por qué decides apostar por estos tipos de libros?
Creo que los cuentos infantiles tienen mucho poder. Su combinación única de lenguajes: el escrito, el visual, el oral (ese momento de vínculo cuando un adulto cuenta el cuento a un niño) los convierten en un medio muy poderoso para transmitir mensajes. Y ya se sabe, un gran poder… conlleva una gran responsabilidad, así que creo que hay que ser muy cuidadoso con lo que se refleja en los cuentos. En Emonautas ponemos un cuidado especial en que los lectores (grandes o pequeños) se hagan preguntas, pero no de responderlas. Intentamos no ser directivos y evitar los juicios.
Los temas de educación emocional nos parecen muy importantes, y especialmente tratados así, desde el permiso y el respeto, evitando los juicios. En nuestros cuentos planteamos situaciones emocionales por las que solemos pasar los seres humanos y, eso sí, aportamos algunas propuestas que pueden servir de orientación o de acompañamiento, pero intentando, como decía, no imponer nuestras propias respuestas.
“¿Qué le pasa al planeta?”, la colección “Los tentáculos de Blef” o “Burbujas” entre otras obras publicadas, pero ¿de cuál guardas un recuerdo más especial?
Esa elección no solo es complicada… ¡es imposible! Cada título va asociado a un momento vital importante y todos me han aportado, a nivel personal, cosas fascinantes. Podría hablar de Blef porque fue el primogénito, de «Si yo tuviera una púa» porque fue el que me llevó a meterme de lleno en el reto de crear un álbum ilustrado, de «Burbujas» de Teresa Arias porque es un proyecto precioso, de «¿Qué le pasa al planeta?» porque me ha dado muchas alegrías últimamente al haber sido seleccionado para estar en centros educativos en Chile, de «El abrigo de Jana» porque fue el primero que Teresa y yo publicamos de otras autoras, o «¡Estoy aquí!», porque fue el primero que publiqué como editora en solitario y fue un proceso muy intenso y lleno de aprendizaje. Resumiendo: que no, que no soy capaz de elegir ninguno, jajaja.
¿Es un buen momento para la literatura infantil y juvenil?
Desde luego es un buen momento para el lector, porque se ha dado una especie de boom del libro infantil, no solo porque han nacido numerosas editoriales y publicaciones, sino que ahora estamos mucho más abiertos a lo que viene de fuera y tenemos mayor acceso tanto a obras traducidas como a libros en otros idiomas. Y, si es un buen momento para el lector, también lo es, por reflejo, para todo el sector, porque poco a poco se van generando hábitos de lectura y un gusto por la literatura infantil que antes no estaba tan desarrollado. El público se va volviendo más experto y esto acaba regulando la oferta, los libros de calidad permanecerán en el tiempo. No todos los niños y jóvenes leen, pero es bonito ver la pasión y entusiasmo de quienes sí han descubierto la literatura.
Un consejo para ayudar a los padres a animar a los peques a leer y disfrutar de los cuentos.
Como no me gusta mucho dar consejos (o al menos no me gusta reconocerlo, jaja), lo daré de forma disimulada: los niños suelen hacer lo que ven que ocurre en casa de forma natural. El acto de leer no es algo que se tenga que imponer (igual que lo de que los niños tengan que comer verduras o pescado), sino que es algo divertido, enriquecedor a lo que grandes y pequeños se acercan, si les gusta, con la mayor naturalidad del mundo.
¿Qué leías tú cuando eras pequeña?
Mi casa estaba llena de libros. Repleta. Leía todo lo que caía en mis manos aunque no siempre lo entendiera bien. Desde los clásicos, Mark Twain, Julio Verne, Stevenson, Ende… hasta los cómics de Los pitufos, Tintín, Astérix y Obélix, pasando por Los Cinco, Elige tu propia aventura, y un sinfín de libros de lo más variado.
¿Una merienda que recuerdes de tu infancia?
Me encantaba aplastar «quesitos» sobre galletas María y adornarlos con «incrustaciones» de trigo inflado, que le daban un punto artístico-crujiente muy adictivo. Eso, y el pan con chocolate…
Son recuerdos irrepetibles, literalmente, pues ahora no tolero la lactosa ni el gluten…
¿A qué otro autor o ilustrador de literatura infantil y juvenil nos recomiendas leer y entrevistar?
A muchos. Pero como entiendo que de lo que se trata es de pasar el testigo, voy a decir uno. Bueno, en este caso dos, porque escriben a cuatro manos sincronizadas, que eso ya es todo un logro: Sara Nicolás y Óscar Rull. Los dos, además de escritores, son los responsables de la editorial Los cuentos de Tragamanzanas. Como autores destaco su buena construcción de las historias, su rigor formal y un uso genial del humor, ese ingrediente imprescindible.
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