Conocí a la ilustradora Marina Hernández por casualidad.
Una mamá del colegio de mi hijo me habló de ella y de su libro, “SuperLucas”. Y, por otra casualidad de la vida, resulta que vivía cerca de mí. Casi en la misma calle.
Leímos su libro. Quedé con ella y hoy os cuento aquí todo lo que hablamos la semana pasada mientras desayunábamos. No pudimos merendar porque ella da clases de ilustración en el Centro Superior de Diseño IED Madrid por la tarde, pero pasamos una estupenda mañana, charlando, hablando de su libro, de sus futuros trabajos, su revista “Kiwi” y todo mientras veíamos llover al otro lado del cristal, en una mañana especial de otoño.
Marina publicó “SuperLucas”, su primer libro, gracias al Premio Apila Primera Impresión, un premio que dan a ilustradores que nunca han publicado. Lo otorgan desde el año 2013 y ella lo ganó el año pasado. “El premio supuso mucha alegría. Estuve varias semanas que no me lo creía. Cuando lo envié decía: “está fatal, no se va a entender, pero en realidad ya está hecho y puedo trabajar en ello”. Pero todos esos nervios, finalmente tuvieron su recompensa. “Mi idea no era ganar, sino empezar y acabar un proyecto para enseñar a editoriales. Era una fecha fin para tenerlo acabado.” Y una cosa al final lleva a la otra y sí, lo ganó y le supuso mucha visibilidad también.
“SuperLucas” es la historia de Lucas, un niño que no hace las cosas por él solo. Ni los deberes en casa, ni los dibujos en clase, ni atarse los cordones, ni vestirse… todo se lo hacen sus padres, que él cree que tienen superpoderes. Pero por las noches, sus padres pierden todos sus poderes y se quedan dormidos. Así que un día decide empezar a hacer algunas cosas por él mismo. Desde ese día, todo cambia. Lucas se da cuenta de que puede hacer muchas más cosas de las que se imagina y sus padres tienen más tiempo para estar todos en familia.
Un libro genial para leer a los niños, pero, sobre todo, para que los padres leamos y no nos olvidemos de que no podemos hacerles todos a nuestros hijos.
“SuperLucas» es una idea que tiene tiempo. Incluso antes de empezar a estudiar ilustración. Me faltaba formación. Tenía la idea de un niño que no hace las cosas por sí solo, pero no la había desarrollado”, me explica Marina, con su suave y pausada voz. Un poco nerviosa porque es la primera vez que la graban para una entrevista, pero contenta.
El premio fue el empuje necesario para desarrollar la idea. “Me pareció interesante el tema de la autonomía y la sobreprotección que tenemos los adultos sobre los niños”. Y así fue como nació la idea de este cuento. Una historia que cuenta con una segunda edición y que, además, se va a vender en China y EE. UU. En este último país, el cuento de Marina tiene escenas censuradas para los colegios. Cambios que ella ha tenido que aprobar. Entre ellas, los trajes de superhéroes de los padres. El padre no irá en calzoncillos si no que le han puesto un pantalón y va más tapado y a la madre una falda. Y unas calaveras de la contraportada también las han eliminado.
Pero Marina ya está inmersa en su segundo libro, que saldrá publicado para marzo del año que viene. Una historia sobre familias. Sobre los distintos tipos de familias.
Marina y la ilustración
Marina lleva mucho tiempo dibujando. Desde que era pequeña. Tiene 34 años, aunque aparenta muchos menos y ya ha publicado un libro y también tres cuadernillos para la Diputación de Segovia y otro libro para Manos Unidas. Además, es cofundadora de la revista infantil Kiwi. Pero, ¿cuándo empezó a dedicarse a la ilustración?
“Yo siempre he dibujado y mis padres siempre me han apoyado. Cuando estaba en el bachillerato mis padres me decían: “¿pero esto es un hobby, no?”. Pero antes de hacer la Selectividad les dije que quería hacer Bellas Artes y me apoyaron siempre. Al acabar, me empezó a interesar el mundo de la ilustración y a partir de ahí intenté hacer cosas por mi cuenta. Tenía algún proyecto con una amiga, luego tuve un parón de trabajo y aproveché y me metí a estudiar ilustración. Y ahí ya tenía claro que quería ser ilustradora y hacer libros.”
¿Cómo encuentra un ilustrador su estilo? Eso es algo que siempre me ha llamado la atención y tenía ganas de preguntárselo a Marina. Su estilo es “vibrante”, como definió el jurado de Apila a «SuperLucas». Es muy personal. “El estilo te encuentra a ti, no tu a él. Creo que sigo cambiando, pero sin darnos cuenta siempre tiramos a un estilo. Siempre vas a ir hacia esa línea conductora y siempre estoy probando cosas nuevas y no considero que cambie de estilo. Me encanta experimentar y no me quedo solo en lo que se me da bien. Sigo evolucionando, pero siempre sigues con una línea.”
En un momento de la entrevista, Marina me enseña “Kiwi”, la revista infantil que edita junto a Marta Rivas, Raquel Navarro y Jorge García. El lunes que quedamos para esta entrevista, salía el cuarto número, sobre la magia. No pude verlo porque lo recibe una de las fundadoras en su casa y todos quedan por la tarde para verlo, ¡un gran momento!. Pero me enseñó los otros tres. “Cuando creamos “Kiwi” nos fijamos en las publicaciones que hay hoy en España, que pierden la esencia de las que tuvimos cuando éramos niños. Revistas que no están dirigidas ni a niños ni a niñas, que tienen cómics, recetas, experimentos para pintar y decorar la revista. Es temática y la primera tiene menos páginas porque íbamos con más miedo. También hay una sección en inglés y un “museo Kiwi” en el que hablamos de la obra de un artista y lo relacionamos con una manualidad.”
La revista comenzó con una charla tomando cañas con sus compañeras de ilustración, mientras estudiaban, y ya llevan cuatro números en un año y medio. Está dirigida a niños y niñas de entre 5 y 10 años y tienen suscriptores en casi todas las comunidades autónomas. Un trabajo de distribución que también realizan ellos mismo. “La idea es sacar tres números al año. De momento la revista se mantiene sola. La inversión que hicimos es pequeña. Es un trabajo extra, pero lo hacemos con gusto y con total libertad”, me explica Marina, mientras sonríe y me enseña los tres números anteriores.
Merienda y recomendación
Nuestro desayuno va llegando a su fin así que le pido a Marina dos cosas imprescindibles que todo autor e ilustrador nos debe contestar. La primera, la merienda de su infancia. No recuerda ninguna especial suya, pero sí recuerda la de una de sus amigas. “Cuando jugábamos en la calle tenía una vecina que un día trajo para merendar pan con chocolate y fui a mi casa a pedirlo. Fue la primera vez que yo vi chocolate con pan.”
Y la segunda, a qué otro ilustrador o autor nos recomienda para seguir leyendo y Marina no lo duda: María Ramos, “es interesante su estilo”.
Nos despedimos bajo la lluvia intermitente de ese lunes. Pensando en todo lo que me ha contado Marina. Y en su cuaderno de dibujos. Ese que todo ilustrador lleva en su bolso o mochila. Ella también lo lleva. Y seguro que ahí apunta y dibuja todas las ideas que tiene para “Kiwi” y para sus próximos libros de los que no me quiero perder ninguno. Porque cuando conoces a “SuperLucas” y a Marina, ya no quieres perderte ninguna de sus historias.
Si no queréis perderos nada de lo que haga Marina, podéis visitar su web.
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