Jordi Sierra i Fabra: «No hay que obligar a los jóvenes a leer, sino tratar que entiendan que les va a salvar la vida»

 

jordi sierra2
Foto de Francesc Gómez

A nuestro invitado de hoy le conozco desde hace mucho. Seguramente vosotros también. Es de esos autores que te gustaría entrevistar y, sobre todo, conocer en persona. Por eso, cuando Antonio García Teijeiro nos lo recomendó en su entrevista, supe que era el momento de atreverme a hablar con él.

Jordi Sierra i Fabra escribe cuentos, historias, relatos y novelas desde los ocho años. Ha publicado más de 500 libros. Siempre quiso viajar a cualquier lugar desde su Barcelona natal y contar historias. Y lo ha conseguido. Y de “manera accidental”, como él dice, ha llegado multitud de jóvenes con sus novelas. Ha tenido la oportunidad de conocer a talentosos escritores noveles y para ellos creó sus Fundaciones, para todos los adolescentes que quieran escribir.

No cree en la inspiración, al igual que Picasso, si no en el constante trabajo.

No cree que sea un escritor “infantil” o “juvenil” porque “la buena literatura no tiene etiquetas”.

Jordi Sierra i Fabra es un gran “defensor de la lectura y la palabra escrita”. No creo que haya mejor manera de definirse.

Hoy tenemos el placer de invitaros a nuestra merienda no solo para disfrutar de ella y de la entrevista, si no para aprender de un “novelista de la vieja escuela”. De un escritor que sabe utilizar las palabras y con, ellas, crear historias y momentos que lleguen a sus lectores para no abandonarles nunca.

¿De dónde surge tu afición de escribir literatura infantil y juvenil?

No es una afición. En realidad sólo pienso en “literatura infantil” cuando hago un cuento o una novela para niños de menos de 12 años, pero sólo porque los temas te exigen un lenguaje apropiado, y aún así, tengo fama de no bajar nunca el listón. Es el lector, y más si es niño, el que ha de subirlo. Aclarado esto, todo lo que no es para niños, yo lo entiendo como literatura, sin etiquetas. Yo soy un novelista, y de la vieja escuela. Soy el mismo romántico que era cuando empecé: quería contar historias, viajar, y es lo que he hecho y hago. Pero en mi pasado hay dos bases que me marcan: primero la necesidad de escribir compulsivamente, como siempre hecho, y segundo que vengo del mundo del rock, un mundo rebelde y energético. En consecuencia, la música me ha mantenido siempre joven, y encima al ser aceptado como lectura en colegios de medio mundo (cosa accidental por mi parte) ha hecho que durante toda esa vida haya estado siempre rodeado de gente joven, principalmente entre los 12 y los 18 años. La riqueza que me han dado esos contactos han hecho que yo escriba DE jóvenes, no PARA jóvenes. De cada diez novelas mías, en siete el prota es básicamente joven. Por lo tanto, de afición nada, es una consecuencia de muchos factores. Si solo escribiera novela para “adultos” a duras penas editaría una al año. Pero publico para adultos, tratados o historias de música, novelas con personajes adolescentes… Eso me ha dado la “etiqueta” de “juvenil”, que no es más que eso: una etiqueta.

¿Qué te inspira para crear tus novelas, los cuentos? ¿Qué lugares?

Tengo tres fuentes de inspiración (de hecho la inspiración es una falacia, lo que hay es trabajo y llevar la parabólica puesta las 24 horas del día, captando energía, vida). Una es que cada día puedo sacar dos o tres novelas o relatos de los periódicos. Yo no leo noticias, busco historias, me hago preguntas. Detrás de lo más ínfimo, se esconde algo apasionante. “Kafka y la muñeca viajera” salió de cinco líneas de un periódico, por ejemplo. La segunda fuente son los viajes. Cuando viajo desaparezco entre la gente, no soy nadie, paso de incógnito, y puedo escuchar, aprender, hablar. Por eso viajo tanto. Y mientras conozco un país, puedo ir haciendo el guión previo de la novela en la que esté trabajando. La tercera fuente es mi propia energía creativa, lo que surge de mí como ente pensante. Apunto hasta los sueños.

Hay dos fundaciones con tu nombre, “Fundació Jordi Sierra i Fabra” en Barcelona y “Fundación Taller de Letras Jordi Sierra i Fabra” en Medellín, Colombia, cuya labor es ayudar a jóvenes escritores. ¿Cuándo nace la necesidad de crear estos espacios para los adolescentes?

Yo lo pasé mal de niño. Era tartamudo, no fui un estudiante brillante y mi padre me prohibió escribir porque decía que eso no era un trabajo y me moriría de hambre. Lo que he conseguido lo he hecho por méritos propios. Desde que empecé a ser lectura recomendada en escuelas y visité centros (di 200 charlas al año durante 20 años) conocí a un montón de chicos y chicas con mi mismo sueño y mucha inseguridad. De ahí nació crear un premio literario para menores de 18 años, y para ampararlo, las Fundaciones. Y encima dos, para crear un puente cultural Barcelona-Medellín, Catalunya-Antioquia, España-Colombia. Soy un firme defensor de la lectura y de la palabra escrita. El que no lee y más antes de los 20, está condenado al vacío mental. Si encima puedes contarle a un papel como te sientes…

Tanto en las fundaciones, como en presentación de libros y otros actos, has podido tener contacto con tus lectores ¿Qué te cuentan los adolescentes que han leído tus libros o los padres que, imagino, también habrán leído tus historias?

He vendido más de 12 millones de libros y yo no pienso en lectores, sino en amigos. La empatía que desarrollo con los amigos a través de mis novelas es fuerte. Sé que si a un chico o chica le “obligan” a leer un libro en clase y, encima, le ponen un trabajo, me odiará. Pero yo no tengo la culpa. Yo sólo he hecho una novela para que se lo pasen bien. ¿Por qué me convertí en autor de referencia para muchos maestros (benditos sean)? Pues porque algo habrá en mis novelas que ellos creen que será útil para sus alumnos, además de pasarlo bien. Lo mejor es que cada cinco años cambian los lectores, y a mi me siguen leyendo después de 46 años publicando historias. Los maestros por lo general vienen a verme, emocionados en algunos casos, y me dan las gracias por escribir lo que escribo y cómo lo escribo, porque siempre lo hago desde la libertad, nunca pensando en quien va a leerme o en lo que pueda vender, que no soy un mercenario.

¿Es complicado animar a los jóvenes a leer? ¿O, quizás, por el auge de las redes sociales, Internet, los booktubers, los jóvenes tienen más información sobre literatura que les anima a leer más?

Debemos empezar a pensar que no todo el mundo sirve para todo, que leer es un privilegio al alcance de unos pocos, y esa es la diferencia. ¿De qué club quieres ser, del mayoritario, que no lee y destila una incultura que apesta, o del minoritario y selectivo, el rebelde, el auténtico progre? Yo me quedo con el segundo. No hay que obligar a leer, sino tratar de que entiendan que es de las pocas cosas que les van a salvar la vida en el futuro, porque serán capaces de pensar. A través de mis libros cientos de chicos y chicas me han dado las gracias porque se han convertido en lectores, y con los años, lo valoran aún más. ¿Las redes sociales? Antes era la tele la que despistaba, luego fue el vídeo, ahora son las dichosas redes… Siempre hay algo que distrae, pero leer sigue. Y sobre si hay más información gracias a Internet pues no: lo que hay es saturación y velocidad, así que nada se asimila, todo es superfluo. Encima está la maldita Wikipedia, llena de errores. ¿Para que ir a mi web, donde está todo, si en Wikipedia me despachan en cinco líneas? No, la ley del mínimo esfuerzo impera. Las redes sociales no son más que ruido y en ellas se amparan miles de voces, la mayoría llenas de veneno, que no tienen nada mejor que hacer que escribir sobre los demás, sacarle punta a todo. Si yo tuviera Twitter y escribiera “A”, seguro que muchos dirían: “Oh, mira, Jordi ha dicho A”. Pero también habría muchos que en seguida saltarían gritando: “¿Y por qué no B, o C, eh, qué se cree este tipo?”

“Historia de un segundo”, “Kafka y la muñeca viajera”, o “Parco”, y una larga lista de obras publicadas, pero ¿de cuál guardas un recuerdo más especial? 

Son más de 500 libros, y cuando escribo algo para mí es lo mejor del mundo. No cuenta lo que he hecho, ni lo que haré después. Sólo cuenta el libro en el que trabaje. Y una vez hecho, adiós, es como un hijo, vive y crece por sí mismo. Por lo tanto, si he parido más de 500 hijos literarios, como padre y madre es imposible que escoja a los más guapos. Si alguien quiere saber cómo, cuándo y por qué hice cada novela, con las anécdotas pertinentes, que lean mis memorias, “Mis primeros 400 libros. Memorias Literarias de Jordi Sierra i Fabra”, publicadas en 2012 por Ediciones SM para conmemorar mis 40 años de escritor.

Has recibido premios como “El Barco de Vapor”, “Anaya”, “Edebé”, el “Premio Cervantes Chico” y multitud de premios más. También has escrito novelas para adultos. Pero, ¿crees que la Literatura Infantil y Juvenil es todavía una gran olvidada entre el público adulto?

Muchos adultos se sorprenderían de los buenos libros “de jóvenes” que existen, pero se creen que son historias prefabricadas para las escuelas. Y no. Los grandes autores nunca piensan en eso. “Moby Dick” o “La isla del tesoro” en su día fueron novelas de adultos. La buena literatura no admite etiquetas. De la misma forma, un chico de 15 años tiene ya capacidad para leer mis novelas policíacas de mis personajes Miquel Mascarell (Publicada en Plaza y Janés) o Hilario Soler (en Harper Collins). Si hablamos de medios de comunicación, sí: somos invisibles, no existimos. Sólo por Navidad los periódicos dedican una página a comentar cinco o seis libros. Alucinante.

¿Qué leías cuando eras pequeño?

Lo que pillaba. Más aún, no había biblioteca en mi barrio ni en mi escuela, así que vendía pan seco o periódicos viejos a un trapero y con dos reales alquilaba libros de segunda mano. Libros cutres y horteras, como yo. Ya con trece o catorce años pude empezar a leer a Julio Verne o a Salgari. Devoraba todo lo que caía en mis manos. Me hice adicto al “Tarzan” de Edgar Rice Burroughs, a “Guillermo Brown” de Richmal Cropmton y a los libros de Enid Blyton. También leía muchos tebeos: «El Capitán Trueno», «Rip Kirby» y «Flash Gordon». Hago novelas policíacas por Rip y ciencia ficción por Flash. Fueron mi lanzadera.

¿Una merienda que recuerdes de tu infancia?

Éramos pobres. Comer pan y chocolate era un lujo.

¿A qué otro autor o ilustrador nos recomiendas leer?

A mi amiga, la reina Maite Carranza, otra escritora auténtica y honesta con su trabajo.

 

Jordi no es amigo de las redes sociales, como habéis podido leer, de hecho no está en ninguna. Si queréis saber más sobre él, pasaros por la web de su Fundación.

 

 

3 comentarios sobre “Jordi Sierra i Fabra: «No hay que obligar a los jóvenes a leer, sino tratar que entiendan que les va a salvar la vida»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *