Empezamos una nueva temporada de entrevistas y para nosotros es un orgullo hacerlo con, ni más ni menos, que el poeta Antonio García Teijeiro, ganador del último Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. Un autor gallego que lleva, “literalmente”, su tierra y el mar por bandera. Un amor que ha sabido transmitir como nadie a través de sus poesías a los niños y niñas.
Mientras leéis esta entrevista, Antonio se encuentra en Grecia, en Atenas, en el Congreso del IBBY (International Board on Books for Young People) recibiendo un diploma porque una de sus obras, “Lendo lendas, digo versos”, ha entrado en la Lista de Honor junto a escritores tan reconocidos como Jordi Sierra i Fabra o la ilustradora Elena Odriozola.
A Antonio, la poesía “le abrió los ojos” por eso quiso acercársela a sus alumnos cuando él era docente. Aunque no publicó hasta los años 80, había empezado a crear su legado mucho antes. Unos poemas que le acompañan a él y a quienes lo leen.
Relajaos, sentaros cómodamente y disfrutad de la merienda, que hoy huele y sabe a chocolate en taza, tanto como nosotros lo hemos hecho.
¿De dónde surge tu afición de escribir poesía para niños?
Como la mayoría de mi generación, no fui educado en la poesía. Todo se reducía a citar obras, hacer comentarios de texto absurdos, ver poemas en los libros escolares… La emoción poética estaba escondida. No existía para nosotros. Cuando llegué a ella, a través de Paco Ibáñez, mi vida cambió. Le empecé a dar sentido a una vida que se desarrollaba en una sociedad llena de nubarrones y tremendamente oscura entre mentiras y manipulaciones. La poesía me abrió los ojos. Y yo, como docente que creía en la emoción poética, no quise que con mis alumnos ocurriera igual. Así que comencé a acercársela, a leérsela en voz alta, a descubrirles también la poesía en gallego. Les gustaba, claro que sí. Entonces, decidí ir escribiendo mis poemas. Lo necesitaba. Les gustaron y así hasta el momento actual.
¿Qué te inspira para crear tus poemas? ¿Qué lugares?
Partiendo que poesía es vida, hay tres planos en los que baso mi creación poética: en primer lugar, la vida misma. Las grandes y pequeñas cosas que posee. Posando mi mirada en lo que me rodea. Acercándome a los sentimientos de las personas. La luna, el mar y la naturaleza son temas recurrentes.
En segundo lugar, en la música. Sin ella no puedo vivir. Soy un verdadero melómano. Cualquier tipo de música que yo considere buena, me empuja a escribir.
Y finalmente, en mis lecturas poéticas. Un verso de un poema me lleva a un poema mío. A un poema que nacerá en mi cabeza y que posteriormente llegará al papel.
He leído que, entre otros cursos, impartes clases de “animación a la lectura”. ¿Qué necesitan los niños y los jóvenes para amar o, al menos, sentir interés por la lectura?
Desde luego, ponerles a su alcance libros de calidad. Hay que acabar con eso de que para los niños vale cualquier cosa. Los niños son seres en formación, pero no son tontos. Después, que sientan que el mediador o mediadora cree en lo que les dice o da. Que noten la autenticidad y que se cree alrededor un clima ilusionante. Que no se les presione y lleguen a la conclusión de que la palabra escrita emocione. No hay fórmulas mágicas. Eso debemos tenerlo muy claro; no obstante, hay que respetar la personalidad de los niños/as y hacerles ver la bondad de la literatura. Leer puede suponer un esfuerzo que vale la pena realizar. Debemos motivarlos desde el entusiasmo y la convicción de su necesidad.
En los cursos, las clases o presentación de libros, has podido tener contacto con tus lectores¿Qué te cuentan los niños que han leído tus libros o los padres que les han leído tus poesías?
Cuando se acercan personas a ti y te dicen que les ha gustado tu poesía, que llevan años trabajando con ella, consideras que el espíritu que te lleva a escribir hay que seguir manteniéndolo. Cuando veo niñas y niños que recitan o leen tus poemas, que los graban, que los ilustran, sientes que te quieren. Y eso me emociona. Intento siempre cuidar mi obra porque los pequeños (y los no tan pequeños) merecen lo mejor. Afirmo que para escribir poesía infantil, entre otras cosas, hay que querer a los niños/as. Desde el cariño, se hacen obras importantes. Obras que ganan en calidad cuando tienes claro a quienes van destinadas.
En alguna entrevista has dicho que “a los niños les encanta la poesía cuando hay un buen mediador”. Pero, realmente, ¿nuestros niños y niñas leen? ¿Has notado una creciente afición por la lectura, sobre todo, por la poesía?
Como partimos de cifras muy bajas, afirmo que cada vez se lee más. Pero falta un buen trecho para llegar a una cierta normalidad. La LIJ, considero, depende en exceso de la escuela. Si conseguimos que se libere ese “exceso” (porque en la escuela hay que darlo por descontado) estaremos en el buen camino. Pero nada en esta sociedad ayuda. Vivimos en una superficialidad preocupante. De ahí la importancia de los mediadores/as en este tema. Me llena de alegría el hecho de ver algunos padres en una librería comprando libros a sus hijos. Me asusta que escaseen los libreros (hay demasiados vendedores de libros), tan necesarios para poner en las manos de un niño o niña un buen libro.
Mantengo que a los niños, si se les motiva, les gusta la poesía. A quienes no les gusta demasiadas veces es a los adultos.
Si hablamos de publicaciones de poesía, es tremendo. Sigue siendo la hermana pobre de la literatura. Por ello, no podemos bajar los brazos de ninguna manera. No tenemos derecho a desmoralizarnos y a claudicar. La poesía es primordial en la formación de los jóvenes lectores y lectoras. Y hay grandes poetas, hombres y mujeres que creen en lo que hacen. Y podemos encontrar interesantísimas antologías realizadas con muy buen criterio. Ana Mª Pelegrín y José María Plaza, en este terreno, son un ejemplo de lo que digo.
“Poemar o mar”, “Lendo lendas, digo versos”, o “En la cuna del mar”, y una larga lista de obras publicadas,pero ¿de cuál guardas un recuerdo más especial?
Es cierto. Cada libro escrito por mí tiene una razón especial para quererlo y el cariño es grande. Pero voy a citar cuatro:
“Na fogueira dos versos” ganó el Premio Merlín en Galicia, el Pier Paolo Vergerio de la Universidad de Padua y entró en la Lista de Honor del IBBY. Bien, pues lo más importante de este poemario, a nivel afectivo y anecdótico, es que lo terminé en la casa de Rafael Alberti en El Puerto de Santa María. Mi relación con él fue muy fructífera y de un valor humano extraordinario.
“Poemar o mar”, porque el mar es para mí algo vital y forma parte de una trilogía que yo le debía. Y, claro, por la concesión del Premio Nacional
“Paseniño, paseniño”, -del que va a salir una nueva edición con música-, porque Paco Ibáñez compuso en gallego tres preciosas canciones a partir de tres poemas del libro. Una de ellas la canta por escenarios de todo el mundo. Un orgullo profundo.
“Lendo lendas, digo versos”, escrito con Antonio Reigosa, gran especialista en literatura tradicional gallega. Él escribió las leyendas y yo las pasé a verso. Un trabajo arduo pero que nos dejó satisfechos. Buena crítica, experiencia maravillosa, algún premio y acaba de entrar en la Lista de Honor del IBBY, 2018.
Has recibido el último premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil. Sólo dos veces se lo han otorgado a escritores de poesía: a Miquel Desclot en 2002 y a usted en 2017. ¿Por qué es tan difícil que se reconozca la labor de la poesía para niños y jóvenes?
Con Carmen Conde en los setenta, creo, solo tres libros de poemas han ganado este galardón. Yo pienso que esto se debe a dos razones fundamentales: por un lado, la mínima formación poética de las personas. Siempre se ha considerado a la poesía un género de gente cursi, de niñas (¡qué triste!), de personas que viven en otro mundo, demasiado débiles… Una auténtica barbaridad. Y del otro, la poca publicación de poemarios (aunque ya no hay disculpa en este terreno. Existen verdaderas maravillas). Las editoriales, en general, buscan cifras y beneficios y los libros de poesía no se los dan. No son comerciales, no se publicitan ni se ofrecen como se debería hacer. Se vuelven invisibles. Se prefiere un mal libro de narrativa a un libro de poemas y eso es muy triste. Hay poesía escrita de una calidad enorme.
¿Qué leías cuando eras pequeño?
Muy poco, la verdad. En el colegio no se leía nada, en mi casa no había libros… Tebeos, muchos tebeos y ciertas narraciones que constaban de texto e imágenes en cómic.
Aún no me explico cómo, después del desierto de mi infancia, soy desde hace mucho un lector empedernido.
¿Una merienda que recuerdes de tu infancia?
Tuve la desgracia de quedarme sin madre a los nueve años. Nada podía suplir esa falta. Pero tenía unas tías maravillosas. Una de ellas, la tía Carmen, venía a planchar a mi casa dos veces por semana. Y le pedía chocolate. Me encanta el chocolate en taza. Ella me hacía un exquisito chocolate espeso que degustaba en la cocina a su lado. Tardes hermosas con las galletas mojando el tazón con placer. Al recordarlo me emociono.
¿A qué otro autor o ilustrador nos recomiendas leer?
¡Hay tantas autoras y autores que admiro…! Pero por cariño, por amistad, porque hace magnífica literatura, porque es un ser excepcional, yo recomendaría a Jordi Sierra i Fabra. Hemos escrito dos libros juntos y es alguien increíble.
Y si queréis saber más sobre Antonio, os recomiendo leer su artículo «¿Por qué escribo y para qué escribo?» publicado en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
Y no dejéis de seguir sus recomendaciones en blog-revista, Versos e Aloumiños
2 comentarios sobre “Antonio García Teijeiro: «Hay que acabar con eso de que para los niños vale cualquier cosa en literatura»”