Conocíamos los cuentos de Gracia Iglesias antes de que Cecilia Moreno nos la recomendase en la pasada entrevista. Hace unos meses merendábamos con “Marcelina en la cocina” todas las tardes. Nos encantaba la historia de esta jirafa que no sabía cocinar, pero hacía todo lo posible por prepararle la mejor cena a su sobrina. Por eso, haber podido hablar con su autora y tenerla hoy aquí, en nuestro blog, nos alegra mucho.
Gracia acaba de llegar de Marruecos. Hasta allí ha podido llevar sus historias y contarlas a los niños. Contar historias, lo que siempre ha querido hacer. Ha sido actriz, periodista, escritora, pero siempre ha deseado sacar lo que tenía dentro. Y lo consiguió. Cumplió su sueño cuando publicó su primer libro para niños. Y después vino otro. Y otro. Y otro… porque cuando uno ama lo que hace, todo es mucho más fácil y no necesitas buscar la inspiración. Vives tantas cosas que ella te encuentra a ti.
Para nosotros es un placer descubrir un poco más junto a vosotros a Gracia Iglesias, una gran escritora y contadora de historias.
¿Qué te llevó a escribir cuentos para niños?
Siempre quise dedicarme a la literatura infantil, desde que era pequeña. Me encantaba leer y me fascinaba pensar en las personas que escribían esos cuentos que a mí me apasionaban. Yo quería ser una de ellas, quería ser una escritora que hiciera felices a niñas y niños como yo. Por eso cuando me publicaron mi primer libro infantil sentí que se cumplía un sueño.
¿Qué te inspira para crear tus historias?
¡Cualquier cosa! La inspiración está en todas partes, solo hace falta estar atenta para cazar al vuelo una idea o una chispa que, con trabajo y dedicación, podría convertirse en cuento.
¿Has podido coincidir alguna vez con tus pequeños lectores? ¿Qué te cuentan los niños que han leído tus libros?
Al ser también cuentacuentos además de escritora tengo la suerte de coincidir muchas veces con mi pequeño público y es maravilloso. Lo bueno de la literatura infantil es que a las niñas y los niños no les importa quién ha escrito lo que están leyendo o escuchando, no se dejan deslumbrar porque el nombre de la autora sea más o menos conocido, simplemente les gusta el cuento o no. De modo que cuando te hacen cualquier comentario son absolutamente sinceros. Por eso me encanta que las familias se acerquen a mí con uno de mis libros desgastado de tanto sobarlo y que me digan: “lo leemos cada noche” o “es su libro favorito”. También es muy gratificante ver cómo se entusiasman participando en los cuentacuentos. Hasta ahora, en general, los comentarios que recibo, también a través de las redes sociales, son muy positivos.
Has trabajado con niños en distintos talleres. ¿Qué nos pasa o qué nos dejamos por el camino para que en la infancia nos guste tanto imaginar y crear historias y, cuando somos adultos, perdamos esa capacidad?
La imaginación es para mí uno de los mayores tesoros que poseemos los seres humanos y por eso es una pena que se pierda al llegar a cierta edad por culpa de la sociedad y de un sistema educativo más centrado en crear futuros profesionales altamente productivos que personas plenamente desarrolladas en todas sus capacidades creativas. Por eso en cada uno de mis cuentacuentos, talleres y libros, tanto infantiles como para adultos, me esfuerzo por dar a la imaginación un papel relevante. Lo más triste es que cada vez noto con más frecuencia que hay muchos peques que no tienen imaginación. Ya no son solo los jóvenes o los adultos los que la han perdido en el transcurso de su vida, sino que hay niñas y niños que directamente tienen atrofiada su capacidad de inventar, de jugar, de imaginar, por culpa de que están pegados a la pantalla de la televisión, el ordenador o el teléfono móvil; estas nuevas tecnologías, que son muy positivas para algunas cosas, también son demoledoras para la imaginación, porque les dan a los críos todo completamente mascado: personajes e historias a todo color, en movimiento, totalmente acabadas, desarrolladas hasta sus más ínfimos detalles, en las que la imaginación no tiene que hacer esfuerzo alguno… Y encima no se deja hueco al aburrimiento. ¡El aburrimiento es el mejor aliado de la imaginación! Cuando te aburres buscas una caja de cartón y construyes un fortín o dibujas una raya con tiza en el suelo y es un puente que cruza un río lleno de cocodrilos. ¡Dejemos que las niñas y los niños se aburran y haremos de ellos personas más creativas e imaginativas!
“Marcelina en la cocina”, “Felipe tiene gripe», “El hilo”, y así una extensa lista de títulos, pero ¿de cuál guardas un recuerdo más especial?
Cada cuento tiene sus anécdotas e historias, por ejemplo, me encanta toda la vida que tuvo “Felipe tiene gripe” antes de convertirse en libro. También recuerdo con mucho cariño el momento en que supe que Rosa Osuna ilustraría “El hilo” después de muchas vicisitudes para encontrar a la persona adecuada para dar color a ese texto. Pero quizá la anécdota más reciente la tenga con “La extraña visita”. Hace unos días, a finales de junio, estuve en Marruecos, colaborando como voluntaria con una ONG que organiza actividades para niños en una pequeña aldea de la provincia de Midelt. Allí los peques solo hablan árabe, aunque de verano en verano aprenden algunas palabras en español y, los más mayores, también algo de inglés. La cuestión es que quise hacer el experimento de contar “La extraña visita” a un grupo de niñas y niños de entre 7 y 10 años. Confiaba en la gran carga narrativa de las ilustraciones y los gestos en esta historia, pero no las tenía todas conmigo: no sabía si lo entenderían, si les gustaría o no… Con ayuda de uno de los coordinadores de la ONG que hizo un resumen en árabe del argumento principal me lancé a contar el cuento y, ¡sorpresa!, todos seguían la historia, gesticulaban, hacían los ruidos y… ¡se reían en los mismos puntos que las niñas y niños españoles! Además, como la puerta del aula estaba abierta, empezaron a entrar de otros grupos: escolares y monitores que se asomaban atraídos por el revuelo de risas. Así que acabé teniendo una gran audiencia que iba de los tres a los trentaitantos años. Fue un momento inolvidable. También “Por una mosca de nada” tuvo su momento de gloria en Marruecos, porque a los peques les encantaba que les cantara con un guitalele que me llevé y una de las canciones que les hacía mucha gracia, aunque no entendieran la letra, era la canción que he inventado para este cuento.
Eres escritora, periodista, cuentacuentos, actriz… ¿Qué te ha aportado el mundo de la literatura infantil para que decidas quedarte en él?
Bueno, al final todas mis facetas son distintas caras de lo mismo: una personalidad comunicativa. Me gusta contar historias ya sean reales o inventadas, y para ello uso distintas herramientas y distintos lenguajes adaptados a distintos contextos. Podría decirse que mi verdadera identidad es la de “contadora”. Partiendo de esto, como te he dicho antes, siempre quise escribir para la infancia. Admiraba a Gloria Fuertes y Enid Blyton y quería ser como ellas. Además, me encanta esa sinceridad del público de la literatura infantil de la que ya te he hablado. Es algo que descubrí cuando empecé a dedicarme profesionalmente a esto y no lo cambio por nada.
¿Qué leías tú cuando eras pequeña?
Cuando era niña me encantaba leer, pero era muy normalita en mis lecturas. No soy de esas escritoras que pueden decir que leyeron a los grandes clásicos como Cervantes o Verne cuando eran niñas, a eso yo llegué más tarde, ya entrando en la adolescencia y la juventud. De pequeña me chiflaban los cuentos, no solo los típicos, sino los de tradiciones diferentes. En mi casa había muchas colecciones de cuentos y mitos clásicos y mi madre y mi padre los leían con mi hermana Isabel y conmigo. Me gustaba mucho Gloria Fuertes –recuerdo especialmente cuánto me divertía la obrita de teatro “Las tres reinas magas”, creo que ya era feminista entonces sin saberlo, ja, ja, ja, ja–. Además me encantaban los libros de la colección Barco de Vapor, ¡no sé cuántos tenía! ¡Un montón! Y los libros de Enid Blyton fueron para mí todo un descubrimiento. Recuerdo claramente que mis padres se suscribieron a Círculo de Lectores y en uno de los pedidos decidieron incluir un libro de “Los cinco” para ver si nos gustaba: lo devoré. Y desde entonces esperaba con ansia que llegara una nueva entrega cada mes. Después me comí todos los de “Los siete secretos”, ¡me apasionaban! En aquella época no existía el álbum ilustrado tal y como se conoce ahora, o si existía era en alguna editorial muy puntual, y en mi casa no llegaron hasta mucho más tarde.
¿Una merienda que recuerdes de tu infancia?
¡Oh! ¡La merienda, viendo a Espinete, era mi momento del día favorito! Mi combinación ganadora era la que incluía Colacao, tostadas con mantequilla y Filipinos.
¿A qué otro autor o ilustrador nos recomiendas leer?
¿Sólo uno? ¡Ay, qué dilema! ¡No puede ser solo uno!
Mi ilustradora imprescindible es mi querida amiga Susana Rosique. Pero tampoco podéis perderos a Rosa Osuna. De autores, Pedro Mañas es un crack, pero tampoco podéis perder de vista a Carmela Trujillo… Hay tantas y tantos tan buenos… ¡Me pondría a haceros una lista y no pararía!
2 comentarios sobre “Gracia Iglesias: «El aburrimiento es el mejor aliado de la imaginación»”