Tengo que admitir que no conocía a Adolfo Serra. Ni a él, ni a su bellísimo trabajo. Gracias a la entrevista de Rocío Bonilla que publiqué hace un par de semanas, y quien nos lo recomendó, he tenido el placer de poder hablar con él y ver sus dibujos.
Adolfo nació en Teruel hace 38 años y ha crecido dibujando. Desde muy pequeño ha estado rodeado de lápices de colores y papel en blanco. Imaginando otros mundos, otras historias, sus propios personajes. Creció leyendo los cuentos de Roald Dahl, sobre todo “Las Brujas”, con las ilustraciones de Quentin Blake y las historias de “Sapo y Sepo”, de Arnold Lobel.
Hoy, él ilustra sus propias historias, sus propios personajes como “Filipo y Leo” o su versión de «Caperucita Roja». Y ha dibujado los poemas más bonitos de José Hierro o Miguel Hernández.
Esta es la segunda entrevista de una larga lista (espero) de autores que debemos conocer. De cuentos y libros que no deberíamos perdernos.
Hoy estoy muy contenta de poder presentaros a un gran ilustrador y contador de historias.
Has ilustrado libros para adultos y libros infantiles. ¿Qué te llevó a escribir cuentos para niños?
Escuchar historias es algo que siempre me ha gustado, el acto de imaginar a través de palabras, verlas en mi cabeza. Quizá una evolución de ese proceso sea darle la vuelta. Contar yo las historias y que los lectores las imaginen o completen con sus imágenes o palabras, en el caso de los libros que he realizado sin texto.
¿Qué te inspira para crear tus historias?
Anécdotas, vivencias, frases, poemas, bromas, la naturaleza, hablar con niños, dibujar con mis sobrinas, los viajes, escuchar las historias de otras personas.
¿Has podido coincidir alguna vez con tus pequeños lectores? ¿Qué te cuentan los niños que han leído tus libros?
Sí, sinceramente es una de las cosas que más me gusta de ser ilustrador o de hacer libros. El encuentro con los pequeños lectores. No tienen filtro, dicen lo que piensan, ven o sienten y me parece algo fresco y auténtico. Creo que algo nos ocurre al hacernos adultos, vamos añadiendo capas o filtros a todo. Para mí el libro adquiere su verdadero sentido en las manos del lector, es suya la historia.
Has dado clases de introducción a la ilustración infantil en Domestika, una web que oferta cursos para creativos. ¿Hay que tener algún tipo de conocimiento para hacer dibujos infantiles o se aprende sobre la marcha?
A dibujar se aprende dibujando, como cualquier otra disciplina. Es como si piensas que no tiene sentido apuntarse a una academia de inglés… porque no sabes hablar inglés. Todo es cuestión de práctica y de encontrar formas de narrar o de contar a través del dibujo y a través de tus gustos o habilidades. El reto es trasladar lo que tienes en la cabeza al papel, el dibujo es la herramienta. Una de las cosas más bonitas de la vida es aprender. Así que no, no hace falta un conocimiento previo, pero sí ganas de aprender y de mancharse las manos jugando.
La colección de libros de «Filipo y Leo», «Caperucita Roja», «Un mundo mejor», «Abecedario ilustrado», pero ¿de cuál guardas un recuerdo más especial?
Todos los libros tienen algo que los hace especial. “Caperucita Roja” y “El bosque dentro de mí” ambos son libros sin palabras en los que el lector, ya sea niño o adulto debe construir el relato para interpretar la historia. El poder de la ilustración se hace evidente. Me gustan estos dos libros porque los procesos de su creación fueron muy diferentes y porque me definen como ilustrador. En “Caperucita Roja” investigué, di vueltas, busqué… fue un proceso muy de análisis y de bocetos para crear las ilustraciones hasta llegar al cuento. Mientras que en “El bosque dentro de mí” fue al contrario, empecé dibujando, jugando, sin saber hacia dónde iba, siguiendo a los personajes hasta que me di cuenta que tenía que darle la vuelta al relato, pensar, analizar. Ambos proyectos son diferentes y los procesos creativos también. Pero me recuerdan cuánto me gusta la ilustración y contar historias y cómo cada proyecto a veces demanda un lenguaje, una estética o un proceso para llevarlo a cabo.
¿Te gusta más crear tus historias o hacer ilustraciones?
Depende del día y del momento. A veces me gusta ilustrar las palabras de otros por el reto de interpretar. Cuando se trata de mis proyectos personales es algo más lento y complejo, doy vueltas en mi cabeza, en las manchas, palabras o dibujos pero soy consciente de que de alguna forma soy yo y es la necesidad de expresar y crear.
Has ilustrado varios libros de poemas, como “Cuadernos de Nueva York”, de José Hierro. ¿Es difícil dibujar poesía?
Creo que todo ilustrador debe ser primero, ante todo, lector. Ilustrar poesía implica dar una interpretación visual, un poema en imágenes. También hay que jugar con las palabras con lo que el autor dice, pero no resolverlo sino abrir nuevos caminos a la interpretación del poema. Es un reto y disfruto mucho ilustrando poesía.
¿Qué leías tú cuando eras pequeño?
Roald Dahl junto con las geniales ilustraciones de Quentin Blake. Me encanta «Las brujas». Arnold Lobel por lo libre y divertido, como en “Sapo y Sepo”. También recuerdo con mucho cariño los libros de Barco de Vapor de SM, ahora he ilustrado algún libro yo, pero me lo pasé genial leyendo “El pirata Garrapata” o “Fray Perico y su borrico”. Los libros de naturaleza, animales, dinosaurios y del espacio también eran algo que disfrutaba mucho (y sigo haciendo).
¿A qué otro autor o ilustrador nos recomiendas leer?
Ana Pez, joven, bella, talentosa, divertida. Os recomiendo “Mi hermano pequeño invisible” publicado por Libre Albedrío.
Qué linda entrevista con gran conocimiento de este buen autor e ilustrador Adolfo Serra. Y qué bien presentada y elegidas las ilustraciones, y todo este blog. Felicidades, Rocío
Amalia Rivera
¡Muchísimas gracias por tu comentario y por pasarte a leerlo!